Emboscada (Diario de Zareba)

El grito lastimero recorría el enrarecido y pestilente aire del Marjal. Era casi de noche y yo regresaba de llevar unos comunicados a los vigías de la torre norte, ya que últimamente estaba habiendo mucho movimiento de tropas entre los minotauros de los pantanos y se sospechaba que podrían llega a intentar algún tipo de ataque relámpago contra nuestras defensas, quizá para robar botín o para tomar prisioneros...

Ya sea debido al cansancio de la larga cabalgada o a una simple curiosidad, caí en la tentación de averiguar el origen del sonido, semejante al gemido de un niño pequeño y me adentré entre los retorcidos árboles. Mis botas hacían un extraño sonido de succión al liberarse del pegajoso barro de los pantanos y pensé que luego me tocaría limpiarlas a fondo antes de irme a dormir. Y fue esa distracción la que me libró de caer en las garras de la más extraña criatura que haya visto hasta la fecha.

Era una masa bamboleante de barro y plantas, en la que brillaban dos ojos redondos y carentes de emociones. La cosa tenía dos garras enormes, nudosas como la raíz de un árbol y letales como las zarpas de un oso. Su primer golpe arrancó la corteza del árbol que estaba detrás de mí y me hubiera arrancado la cabeza de no haber estado mirando mis sucias botas. Me rehice como pude y desenvainé mi arma. La hoja silbó en el fétido aire, mientras la criatura trataba de alcanzarme con sus brazos como troncos. Al final, la destreza se impuso sobre la fuerza y logré derrotar al monstruo, que se derrumbó entre los juncos.

Como pude, me arrastré fuera del lodazal y llegué a terreno firme. Del sonido, no había ni rastro. Más tarde, me enteraría por los veteranos de la guardia que había caído en la trampa de un emboscador de los pantanos, una criatura que imita sonidos para atraer a sus presas y devorarlas en las umbrías profundidades de la marisma. Cosas como esta son las que te hacen desear estar a miles de leguas de aquí.

Aprendiz de Paladín


(Carta devuelta al servicio postal de Forjaz por la muerte del mensajero a manos de los osos)

Mi querida niña Zareba:

Me informaron de que estuviste por Forjaz, preguntando acerca de tu pasado familiar. Se que no habrá sido fácil para tí tratar de hallar algo en claro, ya que los enanos somos muy poco dados a hablar del pasado, sobre todo cuando incluye algo tan tenebroso como el tuyo. Tú no tuviste la culpa de nada, de eso puedes estar segura. Todos aquí saben que tus padres adoptivos te cuidaron como a la hija que nunca tuvieron, al más puro estilo de los enanos. Por eso, no debes pensar en tu vida como algo deshonroso, sino como un destino afortunado.

Lamento no haber estado allí para decirte esto de palabra, pero es que me encuentro fuera de la ciudad, en un periodo de mi formación muy especial para mí. Ahora mismo estoy pasando las pruebas para ser paladín de la Luz. Tengo que aprender a apreciar la naturaleza de las cosas yo sólo, a encontrarme a solas conmigo mismo en el recogimiento que inspiran las heladas soledades de Dun Morogh. Mi instructor ha sido muy claro al respecto: debo aprender a defenderme por mí mismo para defender a los demás.

Espero que esta carta llegue pronto a su destino en la fecha prevista, aunque dudo mucho del gnomo al que se la he dado, ya que parecía un poco atolondrado. En cualquier caso, ahora no puedo hacer nada más.

Que tus barbas crezcan lozanas y largas ( es un decir),

Morgrimm Báldrek

Tholaya mata un orco (Diario de Tholaya)

Inspeccionar detenidamente los Humedales puede ser una labor muy frustrante, tal y como he podido constatar. Estaba tranquila recolectando unas plantas para su posterior conservación en un herbario, cuando oí un grito que venía de las cercanas colinas.

Al principio, no supe quíen gritaba, hasta que lo ví. Era un piel verde enorme ¡ y venía hacia mí con evidentes intenciones asesinas ! Recogí mis cosas lo más deprisa que pude y me dispuse a hacerle frente. En el proceso, creo que perdí una hoja de pergamino que se llevó el viento hasta el cercano río. ¡ Un desperdicio más !
Eso sí que no podía consentirlo, así que me enfadé de veras y empecé a recitar el primer conjuro que recordaba, el de la Bola de Fuego. Para entonces, el enorme orco ya casi estaba encima mía y casi, casi, creí que me patearía con sus rodillas sucias. Cerré los ojos y terminé la última sílaba del conjuro. El poder surgió de mis manos y recorrió los escasos pies que nos separaban, envolviendo al orco con una ráfaga de hielo. ¡ Maldita sea ! ¡ Me había confundido de conjuro !

Por suerte para mí, esto me permitió retroceder lo suficiente como para entonar otro hechizo, esta vez de la escuela arcana, al tiempo que una ráfaga de viento hacía volar todos mis papiros elegentemente dispuestos en el suelo. El conjuro terminó justo cuando el piel verde se liberaba del hielo y la criatura acabó envuelta en una destructora oleada de magia en estado puro que me dejó exhausta de cansancio, al tiempo que consumía al orco en medio de chipas de poder elemental.

Cuando todo acabó me senté a descansar. Me temblaban las rodillas, pero no era de cansancio, sino de rabia contenida por el hecho de ver que todo mi trabajo estaba esparcido a lo largo de la orilla del río. El pegamento se había mojado y la tinta se había corrido. ¡ Tanto trabajo para nada!

Cuando me repuse, recogí mis cosas y me marché. Otra vez vuelta a empezar...

Al servicio de Theramore (Diario de Zareba)

He entrado a formar parte de los soldados de apoyo en la frontera de Theramore. No pretendo ingresar en la guardia, ni mucho menos, pero ahora mismo necesitan gente de armas para ayudarles a mantener las fronteras lejos de las zarpas de los orcos...y yo necesito urgentemente el dinero de la paga.

Mi labor consiste, primordialmente, en hacer de enlace entre los diversos puestos de guardia, labor que por otro lado he hecho con anterioridad, así que no tengo ningún problema en desempeñar mi trabajo lo mejor posible. Todo ello, supervisado por la autoridad legal de la Guardia de Theramore, por supuesto, aunque tengo la sensación de que va a ser una supervisión algo laxa. Ya veremos en qué acaba todo esto.

Amigos inesperados (Diario de Zareba)

Llevo ya dos meses en este pegote de barro que se llama el Marjal y empiezo a estar cansada. El paisaje es monótono y la buena compañía, escasa. Por otro lado, este territorio fronterizo es frecuentemente el objetivo de las incursiones de los orcos que, procedentes de Los Baldíos, penetran en esta tierra de nadie para hacer sus pillajes. Llamarlo territorio humano sería casi un chiste, ya que apenas hemos profundizado lo suficiente en los pantanos, inhabitables e insalubres, como para considerarlo como algo nuestro. En cambio, para los pieles verde, esto es más parecido a un hogar, así que juegan con ventaja en esta guerra. Ellos, y los descerebrados siervos de la Plaga, que vagan como carcasas vacías sin recordar que antaño fueron humanos.

También he encontrado amigos inesperados como el caballero Daríus, al cual conocí en su día en la ciudad de Ventormenta, en lo que casi parece una existencia anterior. Se trata de uno de esos Caballeros no-muertos que se han aliado con nuestro reino para luchar contra la Plaga y el Rey Exánime...y para malestar de los paladines de la Luz me temo. Daríus además es especial en muchos sentidos, ya que ni siquiera es del todo humano. Toda su vida es una triste historia, sazonada con amarguras, soledad y heroísmo a partes iguales. Charlamos durante largo rato en aquellas húmedas soledades, cada cual intentando exorcizar sus penas. Fué una charla purificadora, en la que me sentí reconfortada, quizá porque necesitaba desahogarme con alguien después de todo lo que he pasado anteriormente.

Al anochecer, terminamos regresando a la ciudad-fortaleza de Theramore. No hay nada como la cerveza enana para remojar las penas, o al menos, eso dicen. Y si es en buena compañía, pues mejor todavía.

Grumnkko

Dura es la vida del orco. Empujados por las razas autodenominadas civilizadas, nos hemos visto reducidos a sobrevivir en las tierras baldías y secas de Durotar. Pero somos una raza fuerte y nos adaptamos bien a las rudas condiciones de estos parajes desérticos.

He pasado los últimos años en  el Valle de los Retos. Aun recuerdo cuando los humanos llegaron al valle buscando la guerra. Muchos valientes orcos cayeron ese día, pero vencimos a nuestros enemigos y les dimos algo en lo que pensar cuando meditasen en las largas noches del viaje de regreso a sus hogares en sus ridículos barquitos. Al parecer, han regresado a algunas de sus fortalezas en la costa. Que no salgan de allí.

Nuestro caudillo Thrall ha firmado una tregua con los humanos del sur para luchar contra el común enemigo que es la demoniaca Legión Ardiente, pero es una tregua frágil, pues nuestros enemigos son traicioneros y falsos. Antes de lo que creemos, los tambores resonarán de nuevo en los llanos de Durotar y las hachas serán afiladas para enfrentarse a nuestros enemigos una vez más. Ese día, Grumnkko caminará por la senda de la guerra.

Renacer (Diario de Zareba)

Ignoro cuánto tiempo estuve incapacitada en Villa Oscura. Mis anfitriones fueron muy generosos conmigo, mas no quería ser una carga para nadie, así que me marché de allí en cuanto pude sostenerme en un caballo. De este modo, también evitaría preguntas inoportunas por parte de las autoridades locales.

Y me fui lejos, muy lejos, deseando dejar atrás todo aquél horror, toda aquella sombra en mi vida. Tan sólo el mar podría poner la distancia suficiente entre mi ser y la beatitud de la Luz, pues me sentía mancillada, destrozada en mi más profunda esencia. Ignorante o no acerca de la cuestión de si mi sangre estaba contaminada con la maldición del Ferocanis o no, me autoexilié al otro lado del mar, a Theramore.

Recuerdo la brisa del mar azotando mi rostro y la luminosidad del cielo siempre despejado de Kalimdor sobre Theramore el día de mi llegada. Para mi pobre alma, azotada por las dudas y la oscuridad, fue como un bálsamo vivificante, un soplo de aire fresco que sólo podía traer cambios nuevos y una nueva vida. Una nueva oportunidad.

Tholaya conoce a un elfo (Diario de Tholaya)

Estaba acechando a los crocoliscos de los pantanos con mis útiles de dibujo y escritura al lado cuando apareció el elfo. Era alto, muy alto si lo comparamos con la estatura de una gnoma como yo, y calzaba unas botas de aspecto cómodo. Todo en sus gestos reflejaba delicadeza y fuerza a la vez, así que me lo quedé mirando para ver cómo se desenvolvía y estudiar sus movimientos.

El desconocido me saludó en un perfecto idioma humano y se ofreció a acompañarme en mis investigaciones a cambio de que le acompañara a cazar múrlocs del pantano, tarea a la que accedí por curiosidad, tanto hacia él como hacia los múrlocs, que son una de las especies que más me intrigan en estos parajes porque no han sido convenientemente clasificados en cuanto a formas, tamaños y colores, lo cual me parece sumamente decepcionante si tenemos en cuenta que los humanos y los enanos llevan bastante tiempo en esta zona, tiempo suficiente, creo yo, para haber estudiado los múrlocs con detenimiento.

Menos mal que nos tienen a nosotros, que si no..

La desconocida

Extracto del informe de la Comandante Althea Cerranegro, de la Guardia Nocturna de Villa Oscura

"La patrulla encontró anoche el cuerpo inconsciente de una mujer joven tirado a la vera del camino del bosque. Tras comprobar que respiraba, y teniendo en cuenta la peligrosa actividad que estamos detectando en el Bosque del Ocaso en las últimas semanas, decidieron traerla lo antes posible a la villa para que fuera atendida convenientemente.

La joven fue llevada al Mesón del Cuervo Escarlata para ser examinada por un sanador de la Guardia Nocturna. Según el médico, su cuerpo presentaba heridas de haber estado enzarzada en algún tipo de lucha, así que queda suponer que algo o alguien la atacó durante su estancia en el bosque y, tras presentar resistencia, la víctima logró escapar hasta el camino, lugar donde cayó sin sentido, suponemos que debido a la pérdida de sangre por múltiples cortes.

Tras identificar a la desconocida como la persona que estuvo solicitando acceso a los archivos de la villa hace unos días, espero instrucciones acerca de cómo proceder al respecto. Además, se da la circunstancia de que esta joven no es del todo desconocida en la villa, pues por lo visto estuvo trabajando de mensajera entre los puestos de guardia del bosque hace algún tiempo.

De momento, los ciudadanos Jonathan y Elaine Carevin se han hecho cargo de ella y la han llevado a su casa para procurarle descanso, en vistas a una futura recuperación que nos permita aclarar más las cosas. También hemos recuperado su caballo.

Como sugerencia, opino que debería prohibirse la entrada al bosque a los aventureros alocados mientras la zona no se pacifique un poco, pues empiezan a ser demasiados los casos similares a este que nos ocupa."

Viaje de estudios (Diario de Tholaya)

En la biblioteca de Forjaz encontré una gran cantidad de información acerca de la región conocida como Los Humedales. En su mayor parte, y aquí se puede observar claramente la estrechez de miras de los enanos en cuanto a recopilar información, dicha información se refiere a los asentamientos orcos en la zona, a los depósitos de minerales y rutas de comercio y, por supuesto, a las excavaciones arqueológicas.

Los enanos de la Liga de Expedicionarios siguen obesionados en encontrar los restos enterrados de sus ancestros y han desplegado toda una panoplia de recursos materiales y enaniles en la consecución de sus objetivos, dejando apartados otros conocimientos importantes, tales como la clasificación de la flora y la fauna del lugar y la obtención de nuevas aplicaciones para todo ello.

Esto es otro ejemplo más de la estrechez de miras de mis primos raciales. Por suerte para ellos, nos tienen a los siempre inquisitivos gnomos..

Viaje (Diario de Gnaamesh)

- Bosque de los Argénteos -
Mi visita a Entrañas dio los frutos apetecidos. Ahora me encuentro de camino al puesto del Sepulcro, lugar en el cual pienso establecerme un tiempo, hasta que encuentre un lugar adecuado para mi propio laboratorio.
Aunque está detrás de nuestras líneas, la zona del Bosque de Argénteos no debería ser descuidada de nuestra vigilancia, pues el enemigo está más cerca de lo que esperábamos.

Los sirvientes de la Plaga abundan en estas tierras y los mortaechadores no parecen dar abasto. Toda ayuda a la milicia local será bienvenida, especialmente si esa ayuda tiene nociones de hechicería. Este es un buen comienzo si quiero labrarme una reputación en estos parajes.

Asesinos del Ocaso (Diario de Zareba)

Cae la noche en el Bosque del Ocaso, y el aire se llena de siniestros sonidos que hielan la sangre, pues el bosque posee sus propios y terroríficos secretos...

Seguí las pistas desde Villa Oscura, lugar donde solicité permiso para consultar los polvorientos archivos del Concejo. Allí, perdidos en el tiempo y con letra casi ilegible, garrapateados sobre libros mohosos con olor a caca de ratón y a podredumbre, encontré lo que buscaba.

Y aquí estoy, acechando a estas horrendas criaturas como lo haría un criminal, espiando y esperando. La ira me hace estremecer desde mi frío y húmedo escondite cuando los veo aparecer. Sus lúgubres aullidos a la mortecina luz de la luna son para mí una espina clavada en el corazón, un manatial de odio que anhela desatarse como la ira justiciera de un enviado de antiquísimos dioses, un deseo de matar tan grande que, de no ser porque todavía me queda algo de frío entendimiento, hace tiempo habría irrumpido en su miserable poblado y hubiera derramado su corrupta sangre, para después caer entre sus fauces inmisericordes..

Pues esas fauces fueron las que destrozaron a mi familia por completo y se alimentaron con su carne. Esas garras destruyeron mi infancia y mi futuro. Las fauces de los Ferocanis, los hombres-lobo maldecidos por toda la eternidad. Los asesinos del Bosque del Ocaso, de cuyas garras fui rescatada por los Báldrek hace ya tanto tiempo, que ni siquiera me acuerdo, salvo en febriles pesadillas soterradas en las nieblas del sueño.

Despedida (Diario de Zareba)

-Centro de Mando - Ciudad de Ventormenta-

Es tarde y no hay nadie en el Centro de Mando. En mi mano tengo la carta de dimisión y los informes de Forjaz. Me voy de la ciudad y de la guardia. Si hay algo maligno en mi pasado, no quiero involucrar a nadie más. Sobre la mesa del Comandante dejo la carta. He cepillado el caballo y el tabardo de las Espadas está limpio y doblado en su sitio. Echaré de menos a los muchachos y la camaradería, pero sé que debo enfrentarme a mi destino, sea el que sea

Contactos (Diario de Zareba)

- Ciudad de Forjaz -

Mis cometidos oficiales en Forjaz no fueron tan bien como esperaba. No pude contactar con el Cónclave de Piedra y los materiales habrán de esperar un tiempo..

Aproveché la visita para ir al Museo de Forjaz, un lugar que se está llenando cada vez más de todo tipo de viajeros, especialmente cartógrafos y eruditos. La guerra en Rasganorte ha hecho que mucha gente se interese por la historia antigua y, una vez más, los enanos y su metódica manera de organizar las cosas ha sido determinante para acceder a diversa docmentación, celosamente recopilada por los escribas enanos.

También aproveché para visitar a los clanes enanos con los que más relación tenía mi familia. He podido hablar con algunos de los Báldrek que todavía están por aquí, pero tampoco he sacado mucho en claro, excepto que mi "primo" Morgrimm se ha marchado a servir a la Luz como Paladín y está entrenándose en algún recóndito lugar del valle. He dejado instrucciones para que se ponga en contacto conmigo.

En cuanto a las preguntas acerca de mis orígenes humanos, parece haber una barrera de silencio al respecto. Al fin, después de mucho insistir, obtuve una leve referencia a Villa Oscura, en pleno Bosque del Ocaso.

Hoy he vuelto a tener pesadillas. Una presencia siniestra y pavorosa me persigue y me atrea al mismo tiempo. Temo volverme loca..

Forjaz (Diario de Zareba)

-Montes de Durn Morog -

Regresar a Forjaz es para mí un motivo de añoranza. Estuve en Forjaz hace mucho tiempo, de pequeña, con mi familia adoptiva. Estos valles nevados son también parte de mi herencia, pues su frío clima ha modelado como nadie la personalidad y cultura del pueblo enano..

Traigo cartas del comandante Serafín para los enanos del Cónclave de Piedra y para diversos mercaderes de tiendas y pertrechos. Las Espadas de Wrynn necesitan de materiales específicos para montar campamentos y ponerse en marcha de una vez. Y los enanos entienden como nadie de trabajos bien hechos y, sobre todo, resistentes.



Ha pasado mucho tiempo. No se qué me voy a encontrar cuando llegue a Forjaz..

La biblioteca de Forjaz (Diario de Tholaya)

Liga de Exploradores - Ciudad de Forjaz -

Los enanos se han tomado muy en serio la misión de la búsqueda de sus auténticos orígenes. Tan en serio como la cerveza, la minería o la herrería, lo cual dice mucho de la locura que parece haberse apoderado de mis barbudos primos, que no son conocidos precisamente por su facilidad de palabra con los extraños, al contrario que los gnomos, que siempre hemos tenido buenas relaciones con todos y nos encanta cualquier conversación que aporte un mínimo de conocimientoa nuestras ilustradas cabezas.

Gracias a todas esas circunstancias, los enanos de Forjaz se han embarcado en una serie de misiones de búsqueda en todos los lugares de Azeroth y se les puede encontrar a lo largo y ancho de todo el mundo, siempre dispuestos a explorar y registrar cualquier rastro de lo que pudiera significar para ellos un vestigio de su pasado perdido en el tiempo y la leyenda. Tanto se lo han tomado en serio, que hasta han construido una enorme biblioteca en los archivos de la Liga de Expedicionarios de Forjaz, anexa a un rico museo dotado de todo tipo de piezas y especímenes obtenidos en los más remotos lugares. Ahora sólo les falta saber catalogarlo todo de una manera eficaz, tal y como haríamos los inteligentes gnomos, pieza por pieza y con etiquetas identificativas lo más precisas posibles, para que nadie pudiera llegar a equivocarse acerca de las propiedades y funciones intrínsecas de aquello que está siendo estudiado. Yo, incluso las escribiría en tres idiomas. Sólo por si acaso.

Me gusta este sitio. Creo que pasaré una temporada estudiando la fauna y flora de Azeroth.

Servir a la causa (Diario de Gnaamesh)

Claros de Tirisfal-

Lordaeron o, como se llama ahora, Entrañas. Esa es la ciudad del poder de la voluntad de los Renegados y todo un símbolo de nuestra fortaleza. Desde ahí gobierna nuestra Señora, Lady Sylvanas, desde el laberíntico entramado de túneles y galerias bajo la antigua ciudad de Lordaeron. Ya nadie pasea por sus derruidas avenidas, ya no se oye el trino de las aves ni la risa de los niños en sus plazas, pues la Plaga terminó con todo ello hace largo tiempo y sus víctimas vagan todavía como seres descerebrados por todo el país...

Es nuestra ciudad, nuestro refugio, el último lugar al que acudir en caso de que todo lo demás caiga a nuestro alrededor. Y lo defenderemos bien, de eso no cabe duda.

He de entrevistarme con algunos brujos poderosos en la ciudad de Entrañas y visitar sus polvorientas bibliotecas para aprender más, pues el conocimiento es poder, y el poder otorga la victoria. O al menos, eso dicen...

Buscando pistas (Diario de Zareba)

Castillo de Ventormenta -

Decidí intentar averiguar algo más acerca del Cerro del Cuervo en un intento de apaciguar mis propios fantasmas y encontrar algo parecido a la calma interior, así que consulté los textos de la Biblioteca de la Ciudad en el propio Castillo de Ventormenta.

En otras circunstancias, me hubiera resultado difícil acceder libremente al contenido de la Biblioteca, pero aproveché la ocasión y me colé utilizando mis credenciales de Guardia Interina, con el pretexto de seguir órdenes. Que la Luz me proteja y perdone por ello, pero necesitaba saber más.

Estuve casi toda una mañana consultando los antiguos textos históricos de la zona, mas no encontré nada que me pudiese ayudar. Sea lo que sea que me relaciona con el Cerro del Cuervo, tendré que averiguarlo yo misma en ese lugar maldito pero deberá esperar un tiempo, ya que he sido requerida para una misión de mensajería en Forjaz y parto mañana mismo.

Oscuras reflexiones (Diario de Gnaamesh)

Camposanto - Claros de Tirisfal -

La noche es la perfecta compañera para la reflexión en los Claros de Tirisfal. Infinidad de criaturas nocturnas salen arrastrándose de sus inmundas madrigueras al caer el sol, en busca de su alimento, unos como cazadores...y otros como presas.

Algo así nos pasa también a las criaturas dotadas de inteligencia. Unos son las presas y otros los cazadores, aunque ni los más sabios sabrían distinguir a unos de otros en determinadas circunstancias. Tal y como ocurre aquí en Tirisfal y, por lo que se, en todos territorios cercanos a las Tierras de la Peste.

Por un lado están los engendros de la Plaga, criaturas estúpidas apenas dotadas de inteligencia, a las que hay que destruir a toda costa si queremos derrotar al Rey Exánime. Por el otro, los estúpidos y arrogantes humanos, venidos desde el Sur con sus mercenarios y corceles, sus sacerdotes y sus absurdos cruzados, tan deseosos de sangre y destrucción como un orco rabioso.

Y en medio nosotros, los que nos autodenominamos Renegados de la Plaga, los únicos capaces de hacerle frente al Exánime porque hemos estado en el reverso de la Muerte y degustado sus bendiciones y limitaciones, porque nosotros somos los elegidos para completar la tarea y devolver al Exánime de vuelta a la tumba, de la cual no regresará jamás.

Incluso nuestros aliados, los brutales orcos y otras bestias similares nos temen.
Somos una raza perseguida y acosada. Somos una raza en peligro.

No tenemos amigos.

Faltando a los deberes (Diario de Zareba)

Los días pasaron rápidamente en las Espadas de Wrynn, a pesar de que la siniestra oscuridad del Cerro del Cuervo todavía me acosaba en mis sueños a altas horas de la madrugada. Mis repetidas ausencias a los entrenamientos provocaron alguna que otra mirada atenta del Comandante, pero por lo demás, se fue cimentando la camaradería típica de los cuerpos armados.

En cuanto retorné a la capital, estuve ayudando a las labores de reclutamiento. Allí, de pie en el gran salón del Distrito de los Enanos, aproveché para conocer a la elfa Miä, uno de mis superiores. Realmente, hasta la fecha no había llegado a congeniar demasiado bien con los Elfos Nocturnos, a pesar de haberlos visto a montones en las calles de Ventormenta. Siempre me habían parecido, o demasiado taciturnos, o demasiado frívolos. La ausencia de un término medio en estas criaturas es algo que me ha desconcertado siempre, aunque también es cierto que sólo he tratado con elfos residentes en Ventormenta, lejos de su patria, y es posible que sea más una defensa por su parte al hallarse en territorio humano.