La muerte del tirano (Diario de Gnaamesh)

El vuelo de mi montura no es lo suficientemen te rápido en estos momentos y la impaciencia por alcanzar Entrañas me consume como una hoguera. Lo que parecía imposible, ha sucedido. El Tirano, el Rey Exánime, ha sido derrotado y las noticias de su aniquilación vuelan rápidas por los valles de Alterac.

El creador de la Plaga ha sido destruido para siempre. El mundo que conocíamos, toca a su fin. Me pregunto qué destino esperará ahora al pueblo de los Renegados.

Retomar el camino (Diario de Tholaya)

- Forjaz, ciudad capital del Reino Enano -

Hay mucho movimiento por aquí, pues algo ha ocurrido en la lejana Kalimdor que tiene alborotados a los enanos, algo relacionado con una reliquia y con la guerra en aquellas lejanas tierras. Tendré que informarme mejor.

En otro orden de cosas, retornar a Forjaz ha supuesto para mí un cambio de vida y de aires. He decidido no seguir renunciando a mi destino y retomar mis olvidados estudios de ingeniería, labor para la que creo que estoy más que capacitada. Abandonarlos fue un error inperdonable, una locura de chiquilla gnómica que ahora debo subsanar con mucho esfuerzo y mucha paciencia.
Aun así, da gusto estar de nuevo en casa.

Partimos a Kalimdor (Diario de Zareba)

Cuando llegué corriendo por las escaleras del puerto, descubrí que no era la última en llegar, pues otros llegaron jadeando detrás de mi.

 El Comandante Serafín nos hizo formar en el muelle de Ventormenta, mientras esperábamos la llegada del buque que nos habría de llevar a las lejanas tierra de Kalimdor. En el puerto nos dedicó una arenga esperanzadora, en la que nos intruyó, entre otras cosas, acerca de la milenaria cultura de los Elfos Nocturnos, extraña en sus constumbres para nosotros.

A pesar de haber conocido a algunos elfos, como la Capitana Mïa, no podía hacerme a la idea de la complicada simbiosos en la que viven estas criaturas con su entorno natural. Los mismos árboles son sagrados y toman vida para defender sus tierras, así que estará totalmente prohibido encender fuego o cortar leña, salvo en zonas muy, muy restringidas y por deferencia hacia nosotros por parte de nuestros anfitriones. Esta va a ser una guerra muy complicada para nosotros, pues no sabemos cómo se encuentra la situación allí desde hace una semana.

Movilización (Diario de Zareba)


Querido Morgrimm:

Según el reloj de la torre, son las once menos cinco de la noche. Debo darme prisa, pues tengo que estar en el puerto a las once en punto. Acabo de pasar por una plazuela donde había un mercadillo, regentado por un pequeño gnomo rodeado por la multitud. Me hubiera gustado quedarme, pero tengo prisa, mucha prisa.

Por fin hemos descubierto qué es lo que preocupaba al Comandante. Nos han movilizado para la guerra, a las tierras de los elfos. Es una movilización general. Muchos soldados van y vienen, dispuestos para embarcarse hacia Kalimndor. No se si regresaré con vida de esta aventura, y prefieriría contestarte a tus cartas en una sóla, pero ya no queda tiempo. En un rato, partiremos hacia el continente occidental y estaremos muy lejos el uno del otro. Siento no haber podido quedar contigo en Forjaz, tal y como te prometí. Estés donde estés, te deseo lo mejor. Ve comprando cerveza para mi regreso y nos las tomaremos juntos.

Que tus barbas crezcan fuertes y lozanas, querido enano y primo adoptivo.

Zareba Báldrek

El círculo se cierra (Diario de Grumnkko)

Otro elfo infiltrado que cae asaeteado, esta vez, a las mismas puertas del Puesto del Hachazo. Cada vez son más osados..y nosotros menos numerosos. La contienda está siendo cada vez más dura, pues los bosques cobran vida para defenderse de nuestros ataques. Muchos de los nuestros han caído, otros se han retirado..y otros han huído a las seguras llanuras de Los Baldíos. ¡ Que los buitres roan sus huesos malditos !

Esta mañana, dos caudillos menores se han batido a duelo por unos despojos. Los orcos del perdedor se han marchado pacíficamente, tras ver cómo empalaban el cadáver de su jefe en una estaca. Todo un desperdicio, pues necesitaremos sus hachas pronto.

Pero todavía queda honor en el corazón del pueblo orco, y todavía quedan verdosos para defender esta plaza y retomar el sendero de la gloria. Al menos, mientras llegan los refuerzos desde Ogrimmar. Confiemos en que no nos hayan abandonado.

Las arpas de los elfos resuenan cada vez más cerca. Ya no nos temen.

Una extraña sensación (Diario de Tholaya)

Los Humedales son un lugar interesante, pero algo aburrido si llevas demasiado tiempo por allí. Aparte de eso, ha crecido en mi interior una sensación extraña de melancolía y añoranza que no se muy bien cómo explicar, y eso que para un gnomo suele ser fácil encontrar una explicación a todo lo que le rodea, aunque luego haya que compararla con la experiencia y las pertinentes demostraciones matemáticas, claro.

El caso es que regreso a Ciudad Manitas, en Forjaz, pues creo que hecho de menos a los míos. ¡ Hay tan pocos gnomos por Los Humedales !

El nuevo cuartel (Diario de Zareba)

El nuevo Cuartel General de las Espadas de Wrynn es un lugar grande y espacioso. Alejado del bullicio de la capital, y de todas sus distracciones, es un lugar apartado en medio del Bosque de Elwyn donde podemos estar a nuestras anchas. Dado el aumento de reclutas en lás últimas semanas, era necesario un cambio de sede, a mejor en este caso. Aquí podemos descansar con comodidad o hacer vida castrense con tranquilidad y dedicación.

Me gustaría disfrutar más de todo ello, pero después de la caída al torrente en el Paso de la Muerte me encuentro con un catarro monumental y casi todo el tiempo en mi camastro sin cuerpo para nada ni nadie.

Por cierto, que el Comandante anda muy ocupado y meditabundo últimamente, así que creo que pronto volveremos a partir de campaña..

Enemigos ocultos (Diario de Grumnkko)

No me gusta el repentino silencio que se ha hecho de repente a mi alrededor. El maldito sendero sigue interminable por entre los árboles de Vallefresno y el silencio tan sólo es roto por los jadeos de mi montura, cansada de tanto ir y venir. No es normal, pienso mientras saco mi arco y pongo una flecha de la aljaba. Al menos, debería poder oír a los pájaros en las ramas, pero lo único que llega a mis oídos es el sonido de mi respiración.

Los minutos transcurren y no pasa nada. Si hubiera elfos por los alrededores, ya estaría muerto con una flecha en el gaznate. Guardo mi arco y monto de nuevo. Cuanto antes lleve este dichoso mensaje a las tropas de vanguardia, mejor que mejor. Estos bosques me ponen demasiado nervioso..

Terror en las minas (Diario de Gnaamesh)

Informe del Capataz Breckett al Concejo de Costasur

La situación en Mina Azur es inquietante. Todo comenzó hace una semana, cuando los hombres empezaron a hablar de extraños sonidos procedentes de algunas de las galerías más profundas. En un principio, no les hice demasiado caso, ya que los mineros suelen ser supersticiosos por naturaleza, pero ahora estoy considerando la posibilidad de que quizá haya algo de cierto en sus afirmaciones.

Los trabajadores de la mina hablan de constantes murmullos y extrañas voces susurrantes en la oscuridad. Comienza a haber temor a descender a los niveles más profundos y en varias ocasiones he oído decir que la mina está embrujada. Incluso uno de los mineros afirma haber visto una especie de espectro de ojos brillantes que lo acechaba desde las sombras.

Sea o no cierto, me temo que todo esto afectará negativamente al rendimiento de la producción de minerales y solicito por tanto la presencia de mas hombres de armas, aunque sea solo parar dar una sensación de seguridad.

Atentamente,
Johan Breckett, capataz segundo de Mina Azur.

Zareba pierde su equipo (Diario de Zareba)

Mientras me repongo en mi cama de las consecuencias de mi última aventura, no paro de penar en cómo se desarrollan los acontecimientos a veces, como si una mano invisible los fuera hilvanando poco a poco hasta que se cumpla su misterioso destino.

Retornábamos de una misión mas allá del Paso de la Muerte. La pequeña columna de soldado avanzaba lentamente por esta tierra maldita, deseosos de llegar pronto a casa pero vigilantes. Nuestros pasos eran los únicos sonidos que rompían el silencio entre las afiladas peñas del paso. Abría la marcha el enano Rhumitd, mientras que la retaguardia la cubría el propio Comandante. Marchábamos con paso tranquilo, de modo relajado, siguiendo las huellas de nuestro oteador. Yo estaba cansada, quizá con un principio de resfriado..

Nuestros pasos nos llevaron hasta un puente natural que cruza una angosta garganta, por cuyo fondo discurre un arroyo. Dado el lamentable estado del puente, el Comandante ordenó que lo cruzáramos de uno en uno por si cedía. El silencio se hizo más patente cuando contuvimos la respiración al pasar los primeros. Pequeños guijarros caían de la maltratada piedra y desaparecían en las profundidades de la garganta.

Cuando me tocó el turno a mí, algo ocurrió. Estaba en mitad de la pasarela y tropecé. Caí cuan larga era el suelo, con la mala suerte de que rodé hasta el borde. El puente osciló y crujió ligeramente bajo mi peso, mientras intentaba aferrarme a la cuerda que me tendieron mis compañeros desde uno de los lados del camino, sin éxito. Me precipité al vacío desde la pasarela, que se iba alejando a medida que caía hacia el fondo de la garganta.

Me zambullí salvajemente en el helado torrente. Por suerte, era lo suficientemente profundo como para no estrellarme contra el fondo, pero en un principio me sentí desorientada. Más cuerpos cayeron a mi alrededor. Intenté nadar hacia la superficie para pedir ayuda, pero mi cota de mallas pesaba demasiado y tiraba de mí hacia abajo. Saqué el cuchillo de mi bota y corté frenéticamente las correas de sujeción. Me deshice de todo, excepto de las botas y de mi arma, que no soltaría por nada del mundo y pataleé hasta la superficie. Oía gritos..

Cuando llegué a la orilla, me recibieron brazos amistosos. Me encontré con que el Comandante en persona había bajado por un sendero hasta el torrente, junto con algunos de mis compañeros. La soldado Lucylda se había despojado de sus cosas y me estaba ayudando a salir. Empapada y aterida, le dí las gracias.

Poco después, marchamos a Villa Oscura. El Comandante estaba que trinaba porque algunos reclutas habían abandonado su posición para ayudar a un camarada caído, descuidando la vigilancia del sendero. Tras imponer algunas sanciones, me dirigió un "Por favor, póngase algo Zareba", lo cual me hiizo percatarme de mi relativa desnudez e ir a por algo. Por suerte, los Carevin me prestaron una capa vieja para taparme y poder ir a Ventormenta con algo de dignidad...

Y ahora estoy en cama, presa de la fiebre y el enfriamiento, esperando estar algo mejor para reincorporarme al servicio. Me han traído unas cartas, incluída una que lleva el sello de Forjaz. En cuanto esté mejor, tendré que leerla por si trae noticias familiares.

Las puertas del reino (Diario de Morgrimm)

Mi querida niña Zareba:

El Valle de los Reyes guarda las antiquísimas rutas de Dun Morogh, como antesala a Loch Modan. Aquí sirven orgullosamen te al Rey los enanos montaraces en los innumerables puestos de montaña dispersos a lo largo y ancho del camino que cruza estos parajes, protegiendo la entrada a nuestro querido reino bajo la montaña de Forjaz.

Mi labor está consistiendo ahora en ayudar a los guardias del camino en sus tareas de patrulla. Dado mi bajo nivel de entrenamiento, esto sólo supone combatir a los asquerosos Troggs de las colinas y a los bandidos Kóbolds y evitar que asalten a los mercaderes. Parece que aquí todo el mundo se dedica al pillaje, a juzgar por la cantidad de estas alimañas que ha tenido que neutralizar estos últimos días.

Esto me ha servido para ganarme un pequeño permiso de estancia en Forjaz, lugar a donde voy a ir en cuanto acabe mi turno de guardia. Me gustaría mucho volver a verte, aunque supongo que andarás liada como de costumbre. Al menos, contéstame a alguna carta si tienes tiempo.

Que tus barbas crezcan largas y lozanas (es un decir),

Morgrimm Báldrek

Reconocimiento (Diario de Grumnkko)

Estos bosques élficos me ponen nervioso. Los árboles crecen apretados y en las altas copas las hojas se mueven de manera cons tante, mientras el aire trae las notas de las arpas de los elfos,  enemigos deseosos de acabar con la vida de un explorador orco si se presentase la ocasión. Sería una pena morir en mi primera misión.

A pesar de haberme alejado tan sólo un par de millas, el Puesto del Hachazo me parece ahora un lugar muy lejano, custodiado por nuestras fuerzas pero demasiado lejos como para escapar de una emboscada desde la floresta.