De nuevo en Theramore (Diario de Zareba)

Theramore, otra vez. Aspiro el fuerte aroma del puerto, saturado de salitre y fango. Retorno a la ciudad fronteriza de nuevo, con la misma intención que una vez me trajo a estas lejanas costas: comenzar otra vez, retomar mi vida en mis propias manos y ponerlas sobre el timón del destino.

Pasé demasiado tiempo sumida en la sombra de la duda y el temor, pero una vez más, la oportunidad de la fama y la gloria en la frontera me llenan de expectativas. Permaneceré aquí un tiempo y luego, quién sabe, quízá regrese a Forjaz a buscar a la que ha sido mi única familia en este mundo.

Emboscada (Diario de Morgrimm)

Proteger las tierras del Rey Barbabronce es una tarea ardua y pesada. No sólo se trata de los molestos Troggs que parecen haber surgido como las setas tras la lluvia en Loch Modan, sino que implica una constante vigilancia para mantener estas tierras en una relativa paz.

A veces, hay que recorrer grandes distancias, incluso en el mismo día. Hoy he estado en Dun Modr, portando un mensaje para las avanzada del puente y he retornado a Thelsamar en el mismo día. En principio, no hubiera sido un problema más que el tener que pegarse una buena cabalgada, pero hoy el destino quiso que se me torcieran las cosas un poco y  fui sorprendido por un grupo de orcos en el paso de Dun Algaz...dos veces. Una a la ida y otra a la vuelta. Al parecer, estaban esperando a que algún viajero pasara por allí para caer sobre él con sus sucias manos cuando apareció un enano a todo galope por uno de los túneles. He de decir que entonces tenía prisa por entregar mi mensaje, así que no me detuve demasiado tiempo. Pero a la vuelta me pillaron y con ganas.

Por suerte, no estaban preparados para la pericia con el martillo de guerra de un enano como yo. Son cosas que pasan.

Aprendizaje (Diario de Gnaamesh)

He pasado mucho tiempo aprendiendo de los grandes maestros del Gremio de Boticarios de la ciudad de Entrañas, acumulando saberes ya hace tiempo olvidados por muchos y colaborando en sus experimentos. He aprendido mucho acerca de la vida y la no-muerte, de sus causas y sus efectos, comprobado hasta la saciedad el uso del poder y la electrizante sensación que produce su descarga en la materia viva. y abierto antiquísimos tratados prohibidos en las profundidades de las bibliotecas de la ciudad, legados de un pasado repleto de hechicería y de arcanos saberes.

He gozado con el poder y su utilización, y con un mundo repleto de nuevos horizontes que alcanzar, nuevas cotas de poder y de saber. Me estableceré en el Bosque de los Argénteos, buscando  los saberes de antaño, creciendo en poder y fuerza. Me elevaré sobre mis predecesores y les haré sombra. Me convertiré en un poderoso demonologista.y viviré eternamente.

Es curioso, pero tengo la sensación de que esto ya lo he sentido antes, de que este camino ya lo he tomado anteriormente, mas carezco de ningún recuerdo. De nuevo la puerta del pasado se muestra levemente ante mí. Debo hallar la llave.

Nuevo amanecer (Diario de Zareba)

Luz. La luz del día ciega mis ojos cuando salgo con paso lento de la prisión de Ventormenta. Han pasado más de diez días desde que entré en los calabozos. Diez días fuera del mundo, lejos de la luz del sol y de la brisa del aire, lejos de la vida cotidiana y de todo lo que me importaba. El funeral del Comandante Serafín, la disolución de las Espadas, todo me parece ahora un lejano sueño que se convirtió en la lóbrega pesadilla del calabozo.

Lo primero que voy a hacer es ir a por algunas de mis cosas y darme un buen baño en la posada. Luego iré al lugar donde aquel rufián de la prisión me dijo que se mató el viejo Lahoz. ¡ Pobre sinvergúenza, hasta en tu final has tenido que decir la última palabra !

Ya que voy a la Catedral a rogar por el comandante, rezaré también por tí, no te ofendas si lo hago. Quien sabe si algún dios caprichoso te da la brisa que te lleve a buen puerto, en nuevos y remotos mares.

He pasado demasiado tiempo sumida en la oscuridad. Llega la hora de abandonar las tinieblas y disfrutar de la luz.

Vuelta a la vida salvaje (Diario de Grumnkko)

Regresar a Los Baldíos y respirar de nuevo el aire de libertad de las llanuras interminables es todo lo que necesito para volver a reencontrarme. Han pasado muchas cosas, algunas de ellas terribles, otras, hechos heroicos dignos de ser recordados en cánticos a la luz de las hogueras.

Atrás quedó la campaña en Vallefresno, el olvido, las batallas y la presencia de los demonios en el bosque profundo. A veces me pregunto si Thrall hubiera estado de acuerdo en todo lo que ocurrió allí. La débil tregua que se vive allí, fruto de las últimas victorias del ejército invasor, me temo que no durará para siempre y pronto nos veremos obligados a combatir de nuevo. A veces me pregunto si estuve equivocado al marchar a esta guerra, donde la sangre guerrera y el honor cedieron ante las intrigas de los elfos sanguinarios y las maniobras de nuestros líderes.

Viajaré al Sur, al menos por un tiempo. Debo reflexionar y retomar el hilo de mi vida, con la terrible sombra de los demonios en mis sueños nocturnos, y la luz del sol en el horizonte, libre y salvaje.


FIN DEL DIARIO DE GRUMNKKO

Un paseo por el campo (Diario de Morgrimm)

La vida del paladín está llena de momentos auténticos, de pequeños instantes de dicha que refulgen como las gemas en lo profundo de las minas de Dun Morogh. Son esos momentos los que me hacen sentir bien, sabiendo que hago lo correcto a pesar de que no siempre se trata de lo más adecuado. Y muchas veces, ni lo sensato, como aquella tarde en la que ayudé a un jovenzuelo a ganarse algo de fama...con un poquito de mi ayuda, por supuesto.

No recuerdo ni cómo me dijo que se llamaba, pero toda su intención era adentrarse en la red de cuevas que hay al norte de la Presa de las Tres Cabezas y exterminar a un desagradable jefecillo ogro que hacía de las suyas por aquellos andurriales. Y todo por una mujer. ¡ Típico de los humanos!

Ya desde el primer momento me di cuenta de que el chaval iba a precisar de toda mi ayuda, sobre todo cuando vi que se echaba al lago con la intención de cruzarlo de parte a parte en vez de bordearlo. No es que me miedo el agua, pero mojarme así como así, pues no me apetecía mucho, la verdad. Aun así, decidí seguirle, pues no me hubiera perdonado a mi mismo si le hubiese ocurrido algo después de darle mi palabra de acompañarlo.

La precaución acabó estando justificada de sobra, ya que el impulsivo jovenzuelo no dudaba en arremeter con su espada, con ese brillo de las armas recién estrenadas y recién afiladas, contra todas las criaturas que se cruzaban en su camino, ya fueran venenosas arañas de las colinas o feroces osos del bosque. Creo que ese día terminé debiendo demasiados favores a la Luz Sagrada, con todas las innumerables plegarias de protección y sanación que tuve que rezar por el muchacho de loca cabeza.

Al final acabamos encontrando al ogro y logramos derrotarlo en su propia guarida. Mi joven e impulsivo protegido se marchó con una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de haber cumplido su misión con grandes dosis de valor y heroísmo, que posteriormente narraría a su enamorada, seguramente permitiéndose más de una licencia literaria.

Le despedí en Thelsamar con la mejor de mis bendiciones..y empecé a largarme de allí lo más de prisa que me permitían mis cortas piernas por si se le ocurría llevarme de nuevo de aventuras.

Prisión (Diario de Zareba)

La joven soldado Zareba sale del cuartel en direción a la ciudad, cuando repara en el grupo de soldados reunidos frente a una de las puertas. Hay numerosas exclamaciones de sorpresa y muchos murmullos. También hay un número anormalmente alto de soldados de Ventormenta esta mañana en Arroyoeste. Poco a poco, se cuela entre los hombres y llega hasta el papiro clavado en la gruesa madera, mientras la invade una extraña sensación. Cuando lee el contenido del anuncio, deja caer las manos a los costados.

- No puede ser.. -murmura para sus adentros -

-¡ Eh, tú! - dice un individuo desagradable, un sargento con el rostro picado de viruelas - ¡Ya lo sabes!  ¡Ahueca el ala de aquí!

-¿Como dice? -responde la joven, todavía aturdida por los acontecimientos de los últimos días

- ¡Que te largues! ¡Ya lo has leído! ¡Os vais de aquí! ¡Ya no tenéis privilegios en esta ciudad! -dice el sargento despectivamente, y luego añade- Ya era hora de que alguien hiciese algo al respecto con las Espadas y su engreído comandante. ¡Sois todos unos patanes presuntuosos, empezando por vuestro precioso Serafín! Es una pena no poder verle la cara en estos momentos. Seguro que disfrutaría un montón...

La joven cierra los puños con indignación y rabia contenida.
- ¿Cómo te atreves a hablar así de un muerto? ¡Muestra un poco de respeto!

El sargento sonríe despectivamente y busca la mirada de sus hombres.

- Ya os dije yo que las mujeres no tienen cuajo para la guerra - añade con una sonrisa en sus labios, mientras algunos ríen por lo bajo las gracias del individuo-

Un velo de negra ira cubre los ojos de Zareba, la cual masculla un juramento en enánico y arremete con su puño contra la sorprendida cara del sargento, que rebota en la puerta con el sonido del metal del yelmo golpeando la madera.
-¡ A mí la guardia!- grita mientras se sujeta la sangrante nariz-

Su orden es obedecida de inmediato y dos soldados agarran a la muchacha y la estampan contra el muro de piedra. Sus puños hacen un sonido enfermizo al golpearla repetidas veces en la boca del estómago, al tiempo que algunos refuerzos acuden a sofocar un posible motín que no llega a producirse. La joven se dobla sobre sí misma, presa de agudos dolores, mientras hace esfuerzos por respirar entre asmáticos espasmos.

- ¡Lleváosla a las mazmorras! -grita el sargento, que se limpia el rostro con un pañuelo ensangrentado, y luego añade a los demás - ¡Esto les pasa a los que no obedecen! ¿Alguno más va a desobedecer una orden directa del Alto Mando? No, ya veo que no...

En medio de miradas de indignación de los reclutas más jóvenes, la soldado Zareba es despojada de su tabardo y llevada presa. Sus pies arrastran por el suelo, mientras el dolor de la vieja herida de Vallefresno nubla su vista y su entendimiento. Zareba llora de rabia y de dolor, herida en el cuerpo y en el alma.

- Morgrimm... - murmura a medio camino de la inconsciencia -

Después, todo es oscuridad.

Un golpe inesperado (Diario de Zareba)

(Carta clavada con un cuchillo en el tablón de anuncios del Cuartel Arroyoeste, sede de las Espadas de Wrynn)


Carta a la atención del Comandante Ignace Victus:

La Comandancia de Ventormenta, mediante las investigaciones realizadas, informes del servicio de inteligencia y pruebas, decreta la disolución inmediata de Las Espadas de Wrynn, invalidando oficialmente sus competencias, derechos y responsabilidades, debido a la invalidez de los soldados por traumas mentales de guerra, que les incapacita para cumplir con su deber como soldados.

Los soldados de las Espadas de Wrynn han:
•Insultado las insignias, como el tabardo.
•Mostrado insubordinación y deslealtad
•Desertado
•Mostrado inestabilidad mental y emocional
•Puesto en peligro al conjunto de la división con actos temerarios
•Y en resumen, mostrado ineptitud en lo que a ser Soldado se refiere

Por esto, las Espadas de Wrynn quedan disueltas inmediatamente, dejando de existir como organización, y perdiendo el derecho a asilo y alimento en cualquiera de las dependencias del ejército de Ventormenta y la Alianza, así como la nulidad de su último sueldo aún por pagar por la batalla de Vallefresno.

Por su parte, Ignace Victus, por su incapacidad a la hora de encaminar a Las Espadas de Wrynn de su deriva, demostrando su incompetencia, queda degradado a Sargento, y expulsado de la Comandancia de Ventormenta. Asimismo, queda suspendido de sueldo y funciones hasta nuevo aviso.

Firmado: La Comandancia de Ventormenta..