Volver al hogar (Diario de Zareba)

Shatrath, la ciudad de la raza draenei, brilla como una gema en medio del tupido bosque de Terokkar. Reconquistada hace tiempo por las fuerzas de la luz, su sóla presencia es como un faro de esperanza en esta tierra tan extraña y llena de oscuridades y a ella acuden refugiados de todas las razas unidos con el único propósito de sobrevivir. No es extraño ver orcos por los arrabales de la ciudad, compartiendo sus pobres calles con otras razas antagonistas como los humanos, por poner un ejemplo. Esto es algo que llama la atención y me desconcierta, y me hace pensar en qué otros rumbos podría haber llevado nuestro viejo mundo si las decisiones hubieran sido diferentes.

En cuanto a los draenei, he descubierto mucho de ellos en el tiempo que llevo en Terrallende. Son una raza noble y muy avanzada, a pesar de que toda su tecnología cristalina no procede directamente de ellos, sino que ha sido cedida por los Naaru, una raza de seres etéreos que culturas menos desarrolladas tomarían por dioses si se topasen con ellos. En su ciudad he descubierto un portal que lleva directamente a Ventormenta y he sentido una punzada en el corazón al entrever su calles empedradas y sus tejados azules brillando al sol de la mañana.

Hoy, sentada en la Taberna del Fin del Mundo, ha tomado una decisión que llevo posponiendo. Retornaré a Ventormenta a través del portal. Llevo demasiado tiempo aquí. Es hora de volver a casa otra vez.

Podría acostumbrarme (La Saga de Grumnkko)

No me han ido mal las cosas últimamente. Tras el combate con el demonio, pareció como si mi suerte cambiara. Con mi destino cumplido, era de nuevo libre para ir donde quisiera y así lo hice.

Vagué por los bosques disfrutando de la caza y la vida salvaje, hasta que encontré un grupo de la Avanzada Grito Infernal y me uní a ellos. Desde entoces, he estado llevando carretas de material de un lado a otro del frente en Vallefresno. Ya no veo demonios en mis sueños.

Creo que podría acostumbrarme a esto de nuevo.

FIN DE LA SAGA DE GRUMNKKO

Ríos de oro (Diario de Gnaamesh)

El bonancible clima de esta región del mundo y la presencia de puertos francos provoca que se concentren en ella un gran número de maleantes y proscritos de toda clase. La piratería es endémica en estas aguas, mientras que las expediciones a las junglas del interior son algo frecuentes. Ya sea para buscar oro y minerales, estaño y cobre sobre todo, así como otros recursos naturales o incluso esclavos, el movimiento a través de la jungla es algo habitual y no falto de peligros.

 Sin embargo, la recompensa es grande para aquellos capaces de encontrar un filón o hacerse con un buen cargamento de maderas preciosas. El oro fluye por los caminos de Tuercespina, impulsado por la ambición de los príncipes mercantes goblin y la codicia de los corsarios.

Para los eruditos como yo, la selva es una fuente inagotable de componentes mágicos y de conocimientos perdidos, un lugar lleno de posibilidades y misteriosas fuentes de antiguo poder...

Misión cumplida (Diario de Zareba)

- Bastión Allerian. Bosque de Terokkar -

He cruzado medio continente para llegar hasta aquí, pero por fin pude cumplir con mi deber y entregar el mensaje que me fue confiado. El Capitán Willheim, postrado en cama por unas fiebres, se sorprendió bastante de que alguien hubiera recorrido tal cantidad de leguas para entregar el mensaje y redactó una carta de recomendación en agradecimiento por semejante servicio. He de decir que me siento orgullosa de haber llegado hasta aquí, aunque también me siento muy cansada. Demasiado, quizá.

Atrás quedaron las frías y húmedas marismas de Zangar, habitadas por todo tipo de viscosas criaturas  y el paisaje torturado de la Península del Fuego Infernal, con sus demonios y sus ruinas habitadas por los espectros de los hombres que murieron para defenderlas. Ahora tengo por delante un nuevo futuro y un largo camino de vuelta a casa.

Probablemente me quede un tiempo por esta región, mientras encuentro un modo de regresar. Echo de menos Ventormenta..

Bahía del Botín (Diario de Gnaamesh)

Avancé en silencio por el muelle, dejando oir tan sólo el hueco retumbar de las pisadas de mi montura en la maltrecha tablazón del puerto. Llevaba la capucha echada sobre el rostro para proteger mi apergaminada piel del feroz resplandor del sol de Bahía del Botín y el perfil bajo para evitar en lo posible el contacto visual con los curiosos. Este es un puerto franco, un lugar convenientemente apartado del conflicto entre la Alianza y la Horda en deferencia a los turbios negocios que aquí se llevan a cabo. Los goblins amasan inmensas fortunas basándose en el trueque, la usura y el bandidaje, a veces simultáneamente, mientras que numerosos corsarios y otras ratas portuarias hacen de este lugar una parada casi obligada en sus viajes por los mares del sur del continente, lejos de la influencia de las leyes del Reino de Ventormenta, demasiado alejado como para hacer cumplirlas de un modo eficiente.
 Aun así, había que ser precavido.

Detuve mi montura al lado de un grupo de rufianes del puerto, un trío de goblins malencarado y con aires de grandeza, cuya dignidad parecía desvanecerse por momentos a medida que me acercaba a ellos.

- Busco alojamiento, cómodo y sin preguntas - dije en la gutural lengua de los orcos, incómodo por su bárbaro acento -

Uno de los rufianes, que aferraba una daga con la mano metida en su jubón, miró nerviosamente a sus petrificados compañeros y señaló nervioso hacia el otro lado de la bahía.

- ¡ El Grumete Frito! ¡Allí! - dijo mientras señalaba nervioso hacia el otro lado de la bahía. -  ¡Alojamiento sin preguntas!

Arrojé una bolsa de oro a los pies del grupo mientras me volvía a calar la capucha y les dí escuetamente las gracias. Los goblins se quedaron un rato mirando la bolsa hasta que uno de ellos la cogió con cautela. Poco después, los oía pelear a mi espalda mientras me encaminaba en la dirección indicada. Uno de ellos gimió de dolor cuando recibió la primera cuchillada. Ignoro quién ganó la contienda por el oro, pero tampoco era asunto de mi incumbencia.

Como todas las cosas que pasaban en el gran puerto de Bahía del Botín, tan sólo importaban a los implicados en las mismas y eso tampoco tenía importancia mientras no influyera en el fluir de los negocios. Así era en este lugar y así había sido siempre..

Búsqueda en el infierno (Diario de Zareba)

Cruzar el Portal Oscuro hacia Terrallende es probablemente una de las cosas más absurdas que haya hecho en toda mi vida. Han pasado ya varias semanas desde que llegué a este lugar y no hay ni rastro del capitán Willheim. Lo último que se supo de él era que marchó hacia el Bastión, la fortaleza de la Alianza en plena península infernal, mas allí tampoco saben nada, salvo que partió con órdenes secretas a un sitio llamado la Marisma de Zangar.

Este lugar es realmente espantoso, una tierra devastada por energías infernales y cuyas tremendas heridas, bien visibles desde el aire, no parece que vayan a cicatrizar nunca. En cuanto pueda entregar el mensaje me marcho de aquí para no retornar nunca.

Decadencia (Diario de Gnaamesh)

Tras abandonar el recinto del portal que me trajo de Entrañas a Lunargenta, permanecí absorto durante largo rato contemplando la inconmensurable belleza de la ciudad de los Elfos de Sangre. Con un domonio casi divino de las antiguas energías arcanas, la hermosa gente había logrado portentosas maravillas. En aquellos momentos me reprendí a mi mismo por haber pospuesto este viaje tantas veces, pues, a pesar de ser aliadas nuestras ciudades, no deja de haber cierta rivalidad y desconfianza entre nosotros.

Todo parecía impoluto y reverberaba con magia contenida en infinidad de estructuras cristalinas que refulgían a la luz del sol y me admiré de su poderío sin igual y de sus extraordinarios conocimientos.

Ansiando retener yo también una parte de ese poder, recorrí embelesado sus bien pavimentadas calles, admirando cada rincón de este lugar, buscando una biblioteca donde empaparme de tanto saber acumulado a lo largo de los siglos, mas pronto acabé decepcionado, sentado en uno de los adornados bancos de un parque.

La ciudad se había convertido en un núcleo de decadencia. Los escasos habitantes con los que me crucé se habían abandonado a todo tipo de placeres interminables, apareándose como seres inferiores en las diversas tabernas y burdeles, entregándose a la bebida y la inconsciencia, barbotando incoherencias en sus propios delirios alucinados. Intenté hacerme entender con algunos de ellos, pero pronto desistí de mi empeño, pues hasta los más finos rudimentos del lenguaje habían sido aniquilados de sus pequeñas mentes.

¿Donde estaban los grandes sabios de los que hablaban los libros? ¿Que fue de su orgullo y su poderío, devorados por la autocomplacencia y la molicie en bacanales sin descanso? ¿Qué fue de los gloriosos artífices del pasado, de sus gestas y sus arcanos saberes? Miré los severos rostros tallados hace largo tiempo en las piedras de los capiteles y decidí que nunca más retornaría a esta ciudad degradada y decadente.

Ya no hay nada que me retenga entre sus palacios y jardines. Lunargenta, ciudad de arcanos saberes se había convertido en un burdel y la prole de la mezquindad se enseñorea de sus avenidas.

¡ Ah, la familia ! (Diario de Tholaya)

La familia es algo muy importante si se quiere progresar en la vida. Es el apoyo constante y el refugio cuando las cosas no van como debieran ir.

Al menos, eso es lo que son las familias convencionales, claro.

Las familias gnómicas son, bueno, un poco menos convencionales que el resto. Nuestra naturaleza nerviosa y precisa hace que nos enzarcemos en largas y enrevesadas discusiones acerca de los detalles más nimios, aportando pruebas y refutando argumentos durante horas y horas si es preciso. A veces, sólo a veces, días. Bueno, incluso meses...o años..

En cualquier caso la familia es todo lo que tienes, así que más te vale estar cuando hay que estar..y desaparecer cuando más conviene, claro. Cualquiera con un cociente intelectual gnómico lo sabe, pero a los forasteros les resulta, cuanto menos, algo curioso.

Mis primos hermanos por parte de mi hermana han decidido que ya está bien de que yo ande por ahí sin tener ni idea de ingeniería, así que me están dando clases aceleradas de la más pura gnomoingeniería, tanto si quiero como si no, pues dicen que es una deshonra para la familia el andar por este mundo sin los conocimientos de los que hace gala nuestra raza y que la magia está muy bien, pero que no es lo mismo. Se lo han tomado muy, muy en serio, así que no me queda otro remedio que intentar aprender todo lo que pueda en el menor tiempo posible si quiero marcharme.

La cadena en el cerrojo debería haberme dado alguna pista, pero andaba yo pensando en otras cosas..

Punto final (Diario de Zareba)

Conseguí darles esquinazo a los ogros del valle, mas ahora parece que no ha servido de mucho, pues todo se ha complicado. El Capitán Willheim no se encuentra ya aquí, por lo que me han podido confirmar los muchachos de la guarnición. Hace dos días que cruzó el Portal, con destino al Bastión del Honor en Terrallende.

Terrallende...un lugar que sólo conozco de oídas y nunca para nada bueno. Dicen que fue el hogar de los orcos cuando atravesaron el Portal para invadir nuestro mundo. También dicen que es una tierra espantosa, plagada de demoniacas bestias y horrores interminables. Sin embargo, ese lugar es a la vez el hogar de la raza draenei, una de las más honorables y extrañas que he conocido nunca. Es casi como un mal chiste que semejantes criaturas hayan sobrevivido en tal lugar, aunque eso dice mucho de la fortaleza física y mental de los draenei.

Mirando el Portal desde lo alto de esta colina y recorriendo con la mirada sus mil veces malditas jambas, me pregunto si no habrá llegado el momento de mandarlo todo al cuerno e incumplir esta absurda misión.

Testamento

Hijo mío:

Cuando recibas esta carta, significará que he caído en el campo de batalla y no estaré nunca más con vosotros. Parto con el ejército de Su Majestad a combatir al enemigo en su terreno. Es un honor para cualquier De Brac seguir los caminos de la Luz Sagrada, y servir en una causa tan llena de nobleza como la de estos tiempos oscuros que nos ha tocado vivir es algo que deberá llenar tu corazón de orgullo y de gozo.

Aun así, lamento profundamente no haberte podido conocer, ni poder estar a tu lado en tus primeros pasos por el largo camino de la vida. Ha sido un sacrificio muy duro de sobrellevar, sostenido tan sólo por la esperanza de que a tu madre y a tí os lego un mundo mejor y más limpio de todos los males que nos amenazan.

Os dejo a los dos al cuidado del Abad de Villanorte, un buen hombre lleno de piedad y justicia. Lo poco que os queda en herencia servirá para vivir dignamente y manteneros a salvo de toda preocupación, si es que eso es posible todavía en este turbulento mundo.

 Poco más he de decirte, hijo mío. Ayuda a tu madre en todo lo que puedas, aprende las sendas de la Luz y sigue las enseñanzas de tus maestros con perseverancia y dedicación, pues un día serán valiosas consejeras si el mal vuelve a amenazar nuestras tierras.

Cuida de tu madre en mi ausencia y, cuando la muerte reclame su existencia, entiérrala en el cementerio de Villanorte, cerca del lugar desde donde a ella le gustaba sentarse, a la vera del camino. Después, parte a la capital a concluir tu formación como caballero y haz que tu vida reluzca virtuosa como un faro en tiempos aciagos, pues por sus actos se definen los seres humanos y por ellos serán juzgados por la historia y el devenir de los tiempos.

Que la Luz te guíe, hijo amado.

Roger de Brac, Caballero de Ventormenta.

Abrirse paso (Diario de Zareba)

Debo llevar una misiva al Capitán Wilheim, que está acampado en algún lugar cerca del Portal Oscuro a la espera de órdenes. Tan sólo la mención de ese lugar maldito me pone el vello de punta pero no queda más remedio que ir hasta allá si quiero entregar este pergamino. Me juego en ello el prestigio de mensajera por estos pagos y no sería un comienzo nada alentador fallar en un envío.

El principal problema que tengo entre manos ahora mismo son los estúpidos ogros que se interponen entre yo y mi destino. Quizá podrían haber acampado en otro lugar, o yo haber tomado otra ruta, pero ya es un poco tarde para eso. Tendré que confiar otra vez en la rapidez de Sombrapico para salir de esta atravesando el poblado de esas criaturas antes siquiera de que reaccionen. Creo que no me han visto, así que regresaré sobre mis pasos hasta el lugar donde dejé escondida mi montura.

Abrise paso, esa es la primera clave de este negocio. Correr mucho, sin duda, es la segunda.

Regreso a casa (Diario de Tholaya)

El rítmico oleaje de los Mares del Sur al lamer los postes del embarcadero es casi como un reloj para mí, pues falta muy poco para que deje estas costas, al menos, por un tiempo. Los gnomos echamos de menos nuestro hogar, todavía no en nuestro poder al cien por cien, claro, pero hogar a fin de cuentas. Es cierto que hay otros lugares sobre y debajo de Azeroth en los que comenzar de nuevo, pero nuestro sitio siempre estará en las montañas nevadas del Valle de Forjaz, lugar donde empezó toda nuestra civilización. Algún día retomaremos el control de nuestra ciudad y volveremos a escribir de nuevo nuestra historia, no como exiliados sin hogar, sino como la diminuta raza que supo ganarse un lugar entre las razas más fuertes de Azeroth, y no por su fuerza, sino por su ingeniosidad.

¡ Cómo anhelo estar pronto de vuelta.!

Cambio de rumbo (Diario de Zareba)

La muerte de Morgrimm me afectó más de lo que hubiera deseado. De repente, la vida misma parecía carecer de sentido. Incluso el trabajo en la herrería se volvía monótono y tedioso, como un camino que da vueltas y vueltas para no ir a ningún lado. Ni siquiera mantuve el contacto con los miembros de las Espadas, desperdigados por la faz de Azeroth, así que sólo me queda suponer que les habrá ido bien.
Sabrán cuidarse, de eso estoy segura.

Al final, he retornado a lo único que sé hacer, que no es otra cosa que poner mi espada y mis talentos al servicio del mejor postor y vivir con ello.

Es por eso que me encuentro de nuevo en la fortaleza de Nethergarde. Se necesitan buenos mensajeros en este nuevo frente de batalla, jinetes rápidos capaces de traspasar los territorios ocupados por el enemigo y llevar órdenes y contraórdenes entre los oficiales, un trabajo que sé hacer.

Un trabajo que me alejará de mis demonios interiores y de mi pasado..

Libre (La Saga de Grumnkko)

En este rincón maldito hace frío y ni las llamas del fuego son capaces de calentarme los huesos. En especial, las de este fuego. Alimentadas con carne maldita de demonio, uno esperaría que produjeran una gran cantidad de calor, pero no es así. El humo huele a azufre y las llamas brillan con un resplandor espectral, pero nada más. Es un fuego frío como el abismo.

Apenas recuerdo la lucha en la caverna, cegado por la ira y el dolor. Cuando el diablo se me echó encima, creo haber apoyado los pies en el suelo y agarrar con fuerza el mango del hacha. Pude oler el mal en su hediondo aliento, el antiguo mal que esclavizó a toda nuestra raza.

Todo se volvió confuso en el túnel, envuelto en la niebla roja de la furia. Era mi último combate y quería morir con honor. El hacha subía y bajaba rabiosamente, impulsada por la ira de generaciones de esclavos. En la niebla ví los rostros de mis compañeros de batalla destrozados por el demonio, así como los de mis antepasados. Pronto me reuniría con ellos, de un modo u otro.

El hacha siguió subiendo y bajando, infatigable, mordiendo la carne maldita con la furia de los condenados, hasta que empezó a golpear en las paredes de roca y me dolieron las muñecas. Sólo entonces comprendí que mi enemigo había sido aniquilado y sus restos cubrían el suelo del túnel.

Había vencido. Mi destino se había visto cumplido y era libre.

Después, todo se volvió oscuridad para mí. Cuando desperté, alguien me había sacado de la caverna y había tratado mis heridas, pero por más que busqué no hallé rastros de mi benefactor, a excepción de un cayado adornado con plumas clavado en el suelo. Quién o qué me prestó ayuda, es un enigma para mí.

Tristeza (Diario de Zareba)

Ya pasó todo.

Hacía mucho que no venía por la ciudad enana de Forjaz, pero nunca me imaginé que lo haría de esta manera. No se por qué, pero siempre supuse que la muerte me alcanzaría a mí antes. El Clan Báldrek no es muy numeroso, así que ha sido fácil reunir a casi toda la familia en estos momentos tan intensos.

Todavía está fresco en mi memoria el recuerdo del mensajero plantado delante de mi puerta, sosteniendo el pergamino con el sello familiar. Esa mañana había sido especialmente triste, como si anticipase la llegada de funestas noticias. Pagué al mensajero y desenrollé el pergamino, esperando encontrar alguna noticia importante, como un enlace matrimonial de alguna de las jóvenes doncellas del clan, mas el contenido de la carta era de una naturaleza muy distinta. Era una citación para un funeral. Eran las exequias del enano Morgrimm.

Me senté en una silla y lloré largamente, embargada por la tristeza y el dolor. Morgrimm, mi querido primo adoptivo, había muerto en las estribaciones de Pico Nidal a manos de los trols de las montaña. Al parecer, cayó defendiendo una carreta de suministros que había caído en una emboscada. Dió su vida por salvar la de unos completos extraños, unos enanos ajenos a su clan. Muy típico del afanoso enano..

Ahora sus restos yacen en las frías catacumbas debajo del templo, enterrados como los defensores del pueblo enánico caídos en el cumplimiento de una causa justa. Se grabarán en piedra sus hechos valerosos, para que todos los Báldrek que pasen por aquí no olviden su historia de entrega y para que todos los jóvenes aspirantes a paladín que acuden a diario al templo de Forjaz puedan rendirle los honores que se merece.

Ahora que se han marchado todos arriba, tan sólo quedo yo. El eco de sus pisadas y quedos susurros todavía llega hasta aquí por las escaleras de piedra. Adios, querido primo. Adios, querido enano.

A partir de ahora, mi vida estará un poco más vacía..

La hora del destino (La Saga de Grumnkko)


La criatura avanzaba a través del túnel como una tormenta en todo su apogeo. Una tormenta de muerte y condenación eterna, colmada de dolor y sufrimiento. En un rincón de la caverna, el montaraz orco permanecía en guardia con los talones clavados en el suelo en espera de la acometida de su enemigo. El grito de guerra del demonio pronto se convirtió en un cruel alarido que traspasaba carne y espíritu, aniquilando cualquier intento de resistencia por parte de su víctima con un terror nacido mucho antes que el propio tiempo.

Pero eso al orco no le importaba.

De hecho, ya nada le importaba. Durante su largo viaje se había preparado para enfrentarse a este enemigo y una muerte con honor sería toda una bendición frente a toda una vida de remordimientos. Recordaba, aun en aquellos febriles instantes, cómo aquel diabólico ser había ido aniquilando uno a uno a toda una compañía de bravos guerreros por diversión y también  las largas noches de vigilia, cuando se aferraba a su hacha en la oscuridad mientras esperaba no ser el siguiente en desaparecer sin más, quizá para ser descubierto al día siguiente, clavado a un árbol cualquiera y con las entrañas esparcidas por la hierba.

Recordaba todo esto y más..

La criatura cargó.

La ciudad portuaria (Diario de Tholaya)

El puerto de Bahía del Botín, uno de los más importantes de los Reinos del Este, bulle con su incesante actividad. Constantemente zarpan y arriban navíos a sus muelles, donde son rapidamente descargados por los estibadores del puerto, goblinoides en su mayoría. Este es un puerto franco, controlado por las principales cofradías de goblins y sus retorcidos negocios e intereses, por lo que el conflicto entre los reinos alineados a favor de la Alianza de Wrynn o la Horda de Garrosh no tiene cabida entre sus bien defendidas murallas. A pesar de haber sufrido importantes daños durante el Cataclisco, la ciudad ha vuelto a ser reconstruida y apenas se perciben los efectos de la destrucción entre las caóticas estructuras de madera, pasarelas, casuchas y viejos cascos de navío convertidos en viviendas.

La expedición que me trajo aquí ha llegado a su término y ya he recibido mis honorarios. Aun no tengo decidido a dónde voy a ir, pero creo que me quedaré un tiempo por estos lugares hasta que se me ocurra algo.

Fue un honor jugar a tu lado

A veces uno no se percata de lo frágil que es la vida hasta que determinados sucesos acontecen. Somos jugadores del mismo juego y compartimos tiempo y aventuras virtuales, pero detrás de cada personaje hay un jugador de carne y hueso, alguien que vive, siente, se alegra y padece como nosotros.

Uno de estos jugadores era Ángel, o Angeliss, como lo conocíamos. Angeliss el Mago de Batalla, el eterno troleador de los foros y el alegre compañero de partida. Ayer mismo, en un breve instante, nos animaba a hacernos un mago. "Hacéos un mago. ¡ Los magos son divertidos !"

Hoy está muerto, víctima de un accidente automovilístico. Una cifra más en las estadísticas de Tráfico, un nombre que desaparecerá en la nube de datos que viaja por la red, una vida más entre los millones que pueblan el planeta pero, aun así, una persona que ha sabido compartir sus momentos de juego con otros jugadores virtuales, con compañeros en la difícil tarea de llevar el rol de mesa a un entorno informático.

Desde esta sencilla página, un recuerdo para tí, un abrazo virtual lleno de perplejidad y vacío. Nadie volverá a responder "¡ Miau, Miau!" en el chat para saludarme cuando entre. Ya no.

No llegué a conocerte en persona, pero da lo mismo.

Ha sido un honor jugar a tu lado, estés donde estes.

- El Cronista de Ascalon -

Nuevo estilo de vida (Diario de Zareba)

La reincorporación a la vida de civil poco a poco es una realidad. Tras pasar un tiempo en Forjaz visitando al resto de los Báldrek, decidí regresar a Ventormenta, mi ciudad de origen. Con el dinero que logré ahorrar mientras estaba en las Espadas, he pagado el alquiler de una pequeña vivienda en el casco antiguo. No es gran cosa, pero me permitirá disponer de un refugio seguro y apacible en la populosa capital. Aun no se si me quedaré definitivamente aquí o me marcharé, pero ya se irá decidiendo sobre la marcha. De momento, tengo un pequeño trabajo en una herrería que me permite ir manteniéndome, lo cual no es poco.Me pregunto cómo les irá a los otros y si habrán sabido adaptarse a este nuevo estilo de vida..

Amanecer (Diario de Tholaya)

Explorar las junglas está resultando una tarea sumamente interesante para mí. Cada amanecer en este lugar es todo un espectáculo de cantos de pájaros, aullidos de monos y zumbidos de miles de insectos, en un cántico al sol que no tiene parangón en otros lugares del mundo, al menos, hasta donde mis conocimientos llegan.

En esta lejana y cálida tierra, los trol edificaron hace miles de años su glorioso imperio en la jungla. De aquellos tiempos de esplendor ahora tan sólo quedan ruinas carcomidas por el tiempo. La misma selva crece entre los derruidos edificios que antaño albergaron a príncipes de esta raza, como recordatorio de que la gloria es perecedera pero la jungla triunfará con el tiempo sobre los seres inteligentes.

Me gusta pensar que todo esto tiene un sentido más allá de lo meramente material, objetivo principal de la expedición a estos parajes.

Para mí  es como un viaje iniciático, una puerta a nuevos mundos por descubrir y una oportunidad para crecer y ver mas allá de todo esto.

Cántico de la hechicera (La Saga de Grumnkko)

Rápidas y destructoras
cabalgan ira y venganza
atronantes son sus alas
para el que llegó su hora.

Viento, fuego, celo y muerte
vibrantes surcan el cielo,
mientras el desesperado celo
va consumiendo su mente.

Pues el vengador se acerca,
veloz como una serpiente,
a destruir la simiente
de aquello que más lo aterra.

¡ Cabalga, cazador, tranquilo,
vuela por el aire, presto,
regio el porte y torvo el gesto,
que cumplirás tu destino !

La bruja (La Saga de Grumnkko)

La cabaña de la bruja apestaba a humo y maldad. Aun no sé cómo mi presa, un raptor de grandes dimensiones herido de muerte, pudo llegar hasta allí para morir casi en el umbral. Parecía como si una mano invisible lo hubiese guiado hasta allí. Una mano misteriosa y siniestra. La mano de una bruja.

Su aspecto era el de una mujer orca joven y lozana, capaz de criar innumerables cachorros y hacer que el más bravo de los guerreros partiese a la batalla sin dudarlo ni un segundo. Sin embargo, el olor de la corrupción demoniaca estaba en el aire, impregnando todo el lugar.

- "Acercate, cazador, y ven a mi fuego " - dijo la hechicera - "Tengo algo que mostrarte".

Por un momento, pensé en marcharme de aquel lugar, pero entonces me asaltó una sensación extraña, un olor que no había percibido desde los lejanos y terribles días en los que, perdidos en lo profundo de Vallefresno, fuimos cazados sin piedad por un espantoso demonio. Es un olor que no se olvida fácilmente...

Me dispuse a marcharme o a luchar por mi vida y mi alma si fuera necesario, mas entonces la bruja sonrió, dejando ver unos dientes cónicos y puntiagudos.

- "No tienes nada que temer, cazador. Si hubiera querido comerme tu alma lo habría hecho allá abajo, en la llanura, cuando creiste que estabas cazando a un saurio depredador. Pasa y siéntate, porque tengo algo que decirte. Después, puedes marcharte."

Venciendo mi resistencia, entré en la cabaña. Estuvimos hablando durante horas y, cuando me marché, tenía un claro objetivo en mi mente.

Nuevos horizontes (Diario de Tholaya)

Cuando los nuevos horizontes se abren ante una, lo menos que puede hacer es salirles al encuentro. Si no, no tendría mucho sentido que ocurriesen. Es una simple y lógica relación de causa y efecto.

La Liga de Expedicionarios ha organizado una expedición a las lejanas y exuberantes selvas situadas al sur de los Reinos del Este con la esperanza de encontrar objetos y artefactos antiguos entre las ruinas de lo que antaño fuera el poderoso Imperio Trol.

Aunque ya ha habido otras expediciones a la región, los secretos de la jungla siguen siendo inalcanzables para la mayoría de los eruditos de Forjaz, razón por la cual se ha decidido incrementar los efectivos y el coste de los mismos para llevar a cabo nuevas investigaciones y excavaciones arqueológicas que llenen los estantes y salas del museo de la Liga en la capital enana de nuevos y asombrosos conocimientos del mundo antiguo.

Para llevar a cabo esta misión con un relativo porcentaje de éxito, son necesarios eruditos sin miedo a los espacios abiertos y las incomodidades del viaje, que hagan el trabajo de campo necesario para que sus colegas de Forjaz puedan seguir investigando en la seguridad de la sede que tienen en la ciudad subterránea.

Como colaboradora de la Liga de Expedicionarios y como maga itinerante, esta es la ocasión que estaba esperando para conocer nuevas tierras y aprender infinidad de nuevas cosas. Voy a la posada a recoger mis pertenencias y prepararme para ir a la estación. Salimos esta misma noche hacia Ventormenta.

Incursión (Diario de Zareba Báldrek)

La humedad de este lugar penetra hasta los huesos, hace calor y los insectos zumban molestamente cerca de nuestros oídos. Aparte de eso, ningún otro sonido rompe la aparente tranquilidad de este sitio.

Pero es una tranquilidad engañosa. El Pantano de las Penas guarda celosamente sus secretos entre las antiguas ruinas que sobresalen aquí y allá entre las aguas, restos de una era ya olvidada.

Nuestra misión consiste en adentrarnos en el pantano y efectuar tareas de reconocimiento. Según los informes de los espías, aquí podría estar acumulándose una gran cantidad de fuerzas del enemigo, destinadas a nutrir el asedio de Nethergarde.

La teniente nos indica que debemos avanzar en sigilo. No me gusta ni un pelo el silencio de este lugar.

Paseo nocturno (Diario de Morgrimm)

Querida Zareba:

Aprovecho que he salido un rato a estirar las piernas después de la cena para escribirte unas líneas. Como no sé donde paras, te mandaré esta carta directamente al cuartel de Arroyoeste.

Llevo en Pico Nidal un par de días, disfrutando de la hospitalidad de nuestros primos, los enanos Martillo Salvaje. De entre todos los miembros de la familia enana, no había estado nunca cerca de gente tan tosca como esta. En comparación con ellos, cualquier tragapán de Kharanos es un marqués a su lado. Incluso su cocina es bárbara. De hecho, uno de los motivos para salir a dar una vuelta es el olor de las tripas cocidas que ha hecho el cocinero para la cena. Repugnante, creeme.

Pero son buena gente, moldeada al estilo salvaje de estas tierras. Son valerosos guerreros y cazadores, y sus chamanes están considerados los mejores del mundo por su especial relación con los elementos de la tierra. Son valiosos aliados y además parientes, por mucho que nos parezcan extrañas sus costumbres.

Empieza a refrescar. Vuelvo adentro. Que tus barbas crezcan largas y lozanas (es un decir).

Morgrimm Báldrek

Camino de Nethergarde (Diario de Zareba)

Este lugar es espantoso. No hay ni una brizna de hierba en muchas leguas a la redonda y la tierra aparece torturada y reseca hasta donde alcanza la vista. El seco viento barre sin piedad la resquebrajada llanura, salpicada de los restos de antiguas batallas alrededor de la fortaleza de Nethergarde.

Según el teniente Dárcius, llegaremos mañana a sus muros con el alba. Eso, suponiendo que no haya caído en manos de los asaltantes orcos. De momento, vamos a acampar entre unas viejas ruinas, a la espera de que llegue el día y podamos avanzar hasta nuestro destino. No encenderemos fuego esta noche para no alertar a ningún posible merodeador.

Va a ser una noche muy larga.

De nuevo en el Paso (Diario de Zareba)

Retenidos en el Paso de la Muerte, esperamos a que el camino esté libre. Los ogros de la región están en pie de guerra y nos han tendido varias emboscadas desde las cumbres.

Al final, temiendo que la noche nos alcanzase al descubierto, el teniente Dárcius nos ha llevado hasta un recodo del camino en el que hemos podido montar una tienda de campaña a la espera de que llegue el nuevo día. Dárcius conoce este sitio de una de nuestras anteriores incursiones en la región, cuando todavía nos llamábamos Espadas de Wrynn. Hace ya tanto tiempo de aquello que casi lo había olvidado.

Vigilaremos durante toda la noche por si a los ogros les da por atacarnos. Hace frío y tengo hambre, pero sabré aguantarme hasta la hora de la cena.

Regreso (Diario de Gnaamesh)

Seguridad. Esa es la palabra que me viene a la mente cuando evoco mi Sancta Sanctorum, mi laboratorio privado, mi refugio.

Aquí reposan todo tipo de libros recogidos y recuperados a lo largo del tiempo por mís propias manos. Hay arcanos grimorios, decrépitos tomos prohibidos y fuentes de saberes tan antiguos como el mismo tiempo, alternados con modernos manuales de alquimia y recopilaciones de relatos y leyendas de todo Azeroth. Este lugar, con su olor a cerrado, a viejos pergaminos y a cera de vela es mi refugio, mi lugar secreto.

La construcción del laboratorio subterráneo y de la cámara de invocacíones comenzará pronto. Debo hallar a los obreros capacitados para ello entre la chusma goblinoide que ha desembarcado en estas tierras. Gente laboriososa y prescindible llegado el momento.

El Brujo de Argénteos ha vuelto.

Un intermedio (La Saga de Grumnkko)

Después de servir con honor al Jefe de Guerra en los bosques de los elfos, la compañia de los Chicos de Vallefresno se dividió y cada uno tiramos para un lado, en busca de otras luchas y otros intereses. Así, me quedé unos días por allí, a ver qué se podía hacer y sin estar muy seguro de mis siguientes pasos.

Incluso recibí la invitación para alistarme en un barco de vapor comandado por goblins. El capitán, un goblin especialmente charlatán, parecía dispuesto a reclutar a cualquiera que pudiera blandir un alfanje, tal era su dedicación y afán. Rechacé la oferta porque nunca me ha gustado demasiado el mar. Una vez estuve en las Islas del Eco y no lo recuerdo precisamente como un viaje de placer.

Al final, he decidido retornar al sur una temporada, a disfrutar de las ganancias y a volver a comerciar con pieles. Necesito un descanso. Debe ser cosa de estos bosques llenos de orejas largas..

Sentimientos (Diario de Zareba)

Una tumba anónima y perdida en el bosque es todo lo que queda de mi linaje humano. Eso y la herrumbrosa espada que presuntamente perteneció a mi padre y que guardo entre mis pertenencias más preciadas, a pesar de ser un arma corriente y sin valor. Esgrimirla me causa una gran tristeza...

Todo lo demás, incluidos los recuerdos, se lo llevaron los licántropos del Bosque del Ocaso hace demasiado tiempo y poco importa ya. Recibí una vida y una educación con los Báldrek y eso es lo que importa ahora.

Sin embargo, he de admitir que la sóla presencia de los Huarguen, los hombres-lobo venidos del reino de Gilneas y aliados con Ventormenta, me llena de una profunda repugnancia. Pasean sus miserables existencias entre nuestra gente y por nuestras calles como si fuera lo más corriente, como si su mal no estuviese presente, incluso presumiendo de su parte animal delante de los "simples humanos".

Se que en el ejército, muchos de ellos están sirviendo con valor y devoción dignas del mejor de los soldados humanos, y que incluso entre las Espadas hay algunos de ellos, pero no consigo quitarme de encima esa extraña sensación de repulsión cuando noto su presencia cerca.

En fin, debo regresar a Ventormenta y coger el primer barco a Theramore. El permiso se acaba y debo retornar a mi puesto me gusten o no los Huargen. Quizá algún día me libre de este sentimiento, pero hoy no tiene pinta de ser ese día.

Quizá mañana...

Antes de que llegue la noche (Diario de Morgrimm)

Stromgarde. Antes era una gloriosa fortaleza, pero hoy es el hogar de maleantes y sabandijas de la peor especie. Bajo sus carcomidos muros se refugian los buitres que asolan esta tierra y se alimentan de los restos de lo que antaño fue un orgulloso y próspero reino.

Me dirijo, cruzando las colinas de Arathi, hacia el Refugio de la Zaga, lugar en donde quiero pasar la noche. Me gustaría llegar hasta allí antes de que la oscuridad me alcance en estos desolados parajes, pues criaturas no-muertas recorren estos mismos caminos bajo la tenue luz de la luna y dan caza sin piedad alguna a los vivos que tienen la desgracia de aventurarse más de lo debido en sus dominios. Mi carnero de monta golpea inquieto con sus pezuñas sobre las piedras de la vieja calzada. Quiere marcharse, y no lo culpo. Este no es lugar para detenerse. Debo proseguir, antes de que llegue la noche.

La cueva (La saga de Grumnkko)

El corazón del bosque guarda celosamente sus secretos, algunos de ellos siniestros. Mis exploraciones me llevaron por un estrecho sendero que antes no había visto, a pesar de haber pasado por las cercanías bastantes veces en nuestras misiones por Vallefresno tras la vanguardia de los elfos. Al acercarme, descubrí que la senda había sido reabierta recientemente por el paso de alguna criatura de tamaño grande y decidí seguirla.

El camino serpenteaba entre los antiguos árboles, entrando en zonas de perpetua penumbra en las que anidaban aquerosas arañas del tamaño de  un puño. Esta zona del bosque era desconocida para mí y, por lo que parecía, muy antigua. Temiendo una emboscada por parte de los druidas élficos, avancé sigilosamente y medio agachado, con el cuchillo listo para la acción. El sendero me condujo poco a poco hasta un claro entre los árboles, en el cual ví la entrada a un antiguo mausoleo excavado en la roca. El barro alrededor de la entrada mostraba impresas huellas de cascos hendidos de una criatura que había merodeado por allí hacía bastante poco. Conozco las huellas de todo tipo de animales, incluso de seres como driadas o centauros, pero estas eran diferentes a cualesquiera que yo hubiera visto.

De pronto, un lamento largo y siniestro surgió de las profundidades de la tierra, un aullido ultraterreno que tuvo el mismo efecto que un latigazo sobre mis espaldas. Rápidamente y sin pensarlo dos veces, agarré a Grot por la collera y los dos emprendimos el camino de regreso corriendo.

Aun hoy, ignoro qué habia en la cueva, pero creo que era algún tipo de demonio. Nunca nos liberaremos de su sombra. Este es el destino de los orcos en Azeroth.

Días de permiso (Diario de Zareba)

Tras nuestra misión en Los Baldíos, nos concedieron unos días de permiso, concretamente una semana, así que aproveché la ocasión para visitar a mis padres adoptivos en Forjaz. Hacía mucho que no venía por aquí y no sabía qué recibimiento iba a tener después de tantas ausencias y repetidos rechazos a sus invitaciones.

El clan Báldrek sigue siendo considerado una familia de excéntricos para los cánones enanos, sobre todo por haber vivido tanto tiempo entre los humanos de Ventormenta o , como dicen por aquí, "por vivir sin un techo protector encima de sus cabezas". Y la presencia de una hijastra humana no contribuye a favorecer precisamente las cosas..

Aun así, fueron días muy emotivos para todos. He comido estofado de Forjaz y bebido cerveza negra enana casi hasta reventar, y he aprovechado para recuperar todo el tiempo perdido lejos de lo que ahora considero mi verdadero y genuino hogar, por mucho que a algún barbudo huraño le parezca mal. No se puede tener contento a todo el mundo..

Victoria en los Baldíos (Diario de Zareba)

Acantonados en el fuerte Triunfo en los Baldíos del Sur, a lo largo de varios días efectuamos diversas maniobras relámpago con el fin de dificultar las labores de las máquinas de asedio del enemigo. El éxito de estas sucesivas tentativas de sabotaje no impidió que las fuerzas de la Horda  empujaran a nuestro ejército a retroceder ante su imparable avance.

Hoy, en medio de este campo de batalla, nuestros esfuerzos han sido recompensados. Tres torres de asedio orcas han sido literalmente barridas del mapa por el ejército aliado y se ha vuelto a establecer la línea del frente más al sureste, permitiendo de nuevo un paso libre entre Theramore y este lugar.

Algunos escribas de Lady Jaina recorren el campo de batalla, tomando anotaciones y trazando mapas. No me cabe la menor duda de que las acciones de hoy seguramente serán recordadas en los libros de historia como un ejemplo de la toma de posiciones fortificadas, pero de lo que no hablarán esos libros es de todos los que cayeron hoy en este lugar.

Nadie nombrará a los muertos ni a los heridos de ambos bandos dispersos por todo el terreno. Seguramente todos lucharon con valor, fueran cuales fueran sus intenciones, mas sus nombres, en caso de conocerse más allá de su unidad, serán pronto una sombra recordada tan sólo en sus hogares y en las largas veladas nocturnas en los fuegos de campaña. Pero somos soldados y esta es nuestra labor. Viviremos un día más para cumplir nuestro cometido otra vez.

Una visión (Diario de Gnaamesh)

El humo del brasero del brujo orco forma perezosas volutas en la húmeda y oscura caverna. Rodeados de hongos alucinógenos, los hechiceros orcos invocan aquí a sus demonios guardianes y abren portales a decenas de planos ultraterrenos. Poco a poco, la imagen se va filtrando en mi mente, atravesando las eras del tiempo y los ecos de la historia.

De pie, en medio de un paraje desolado, siento cómo el sol castiga mi carne momificada con cruel intensidad. El cielo por encima de mi cabeza adquiere un tono irreal, irisado, con los destellos multicolores de la luz refrectada en ocultos prismas suspendidos en la inmensa bóveda del cosmos. Es una sensación extraña la de encontrarse en este plano, pues de eso se trata, de otra realidad alternativa y extraña a mis ojos.

Delante de mí veo el altar de las invocaciones. Late con una energía antiquísima, con más intensidad en cuanto los devotos adoradores, primitivos trols en su mayoría, repiten sus incesantes jaculatorias delante de la piedra negra. El mismo aire parece vibrar con la demoniaca energía almacenada en el altar hasta el punto de emitir una nota pura y primigenia que atraviesa hueso y carne y se pierde en las sombras del olvido.

La visión se desvanece, se pierde en las resonancias interplanares y de nuevo me encuentro sumido en la penumbra de la caverna de los brujos.

- Esto que has visto, muerto, está de algún modo ligado a tu destino. - dice el hechicero orco mientras apaga las brasas incandescentes - y sólo los demonios del abismo saben por qué. Vienes buscando respuestas, brujo, pero deberías preguntarte si haces las preguntas adecuadas. Aquí ya no podemos ayudarte más, pues tu alma es confusa y extraña para nosotros. Retorna a tus bosques moribundos, recorre sus sendas y quizá recuperes tus memorias, aunque yo en tu lugar me preguntaría si merece la pena. Ahora vete. Tu visión nos ha dejado exhaustos.

Partir de noche (Diario de Zareba)

Partimos de noche hacia los Baldíos. En las afueras de Theramore, debíamos encontrarnos con los enanos del Cónclave de piedra, que también se dirigían a combatir contra los enemigos de la Alianza en las mismas tierras de los orcos, en pleno frente de guerra. Las órdenes concretas tan sólo serían reveladas por nuestro teniente una vez se reuniera con nosotros en un punto conocido por el sargento Aznaíl.

Esa noche, los cascos de nuestros caballos resonaban ominosamente al cruzar el puente de la ciudad fortificada, en contraste con el silencio de la noche en los pantanos del Marjal, como anticipo de una misión sumida en el más profundo de los secretismos, dada la cercanía al territorio enemigo y a sus espías tras nuestras fronteras. Tan sólo el número de combatientes que se desplazaban aquella noche hacia tierras hostiles nos podía servir para hacernos una idea de la magnitud de la tarea que nos esperaba allí.

Los chicos de Vallefresno (La saga de Grumnkko)

La ofensiva en Vallefresno parece ir llegando a un punto en el cual las fuerzas enfrentadas van alcanzando poco a poco una especie de equilibrio. Aun así, todavía se toman posiciones en el bosque cada día y se desplazan las fronteras. Es un largo pulso de fuerza en el que el férreo puño de los orcos se mostrará claramente como vencedor si sabe permanecer frente al enemigo con firmeza.

En este campo de batalla, los exploradores montados hemos demostrado ser muy valiosos. Sigilosos y rápidos, a lomos de sus lobos, una brigada de batidores es capaz de cubrir largas distancias a través del bosque, incluso tras las líneas del enemigo, espiar sus movimientos y retornar del mismo modo a sus posiciones originales. Este nuevo estilo de guerra, sutil y eficaz, es algo tan novedoso para las fuerzas de Ogrimmar, habituadas al tradicional uso de la fuerza bruta, que al principio muy pocos eran capaces de valorar el impacto que iba a tener en el desarrollo de la guerra. Sin embargo, nuestra brigada, "Los chicos de Vallefresno" ha logrado obtener tantos éxitos en sus misiones que ya nadie se ríe en el campamento a nuestro paso. Los nuevos tiempos requieren soluciones nuevas. Ojalá nuestros caudillos pensaran igual.

Cazadora de kóbolds (Diario de Tholaya)

He pasado algún tiempo en la región de Loch Modan, practicando mi arte entre los enanos y poniéndolo al servicio de la población local. El mayor problema de esta región son los kóbolds, que merodean por sus verdes colinas e infestan las profundidades de las minas abandonadas, sobre todo después del Cataclismo. Esta desagradable situación me sirvió para encontrar trabajo como cazadora de kóbolds.

Los enanos son demasiados rechonchos como para colarse por sus tortuosas madrigueras, pero los gnomos estamos hechos con otro molde, como suele decirse. Nuestro reducida talla nos hace especialmente útiles para meternos por sitios donde un enano se quedaría literalmente atascado y somos, muy a su pesar, sorprendentemente ágiles cuando nos lo proponemos. Así pues, me resultó sumamente sencillo llevar a cabo mi tarea en un breve intervalo de tiempo y con una precisión quirúrgica, como diría el maestro Vueltatuerca de Gnomeregan.

Ahora, una vez finalizada mi labor, las montañas están un poco más limpias de esta plaga y creo que puedo marchar a otros sitios a intentar ser útil y, cómo no, a ver mundo.

Puntos de vista (Diario de Zareba)

Las semanas que transcurrieron desde que retornamos del Feralas fueron de incertidumbre para todos. Se acercaba la fecha de la renovación de contrato con la unidad y el futuro de las Espadas pendía de un hilo, pues habían surgido diferencias entre sus miembros acerca del rumbo que deberíamos tomar. Unos, eran partidarios de abandonar el ejército regular y servir como unidad auxiliar pero fuera de la estructura castrense, refundando incluso la orden. Otros, como el propio comandante o yo misma pensábamos que el mejor camino posible era seguir en el ejército de Ventormenta tal y como hasta ahora.

Por momentos, el futuro de la unidad se tornaba cada vez más oscuro. Sin embargo, el día de la renovación llegó y casi todos optamos por el reenganche voluntario. "Hacen cinco dedos para formar un puño", dicen los enanos y, en efecto,  aquí demostramos de nuevo nuestra voluntad para seguir marchando hacia adelante, haciendo gala de ese compañerismo nuestro, gestado poco a poco en los fríos de las largas noches de guardia y puesto a prueba en los yermos campos de batalla, tal y como había ocurrido en los bosques de Feralas.

Saberes olvidados (Diario de Gnaamesh)

Ogrimmar, la bárbara capital del pueblo orco y, por decisión de su caudillo, de toda la Horda, es un lugar caótico. En sus calles sin pavimentar se apiñan orcos, goblins y trols como animales alrededor de una charca y sus broncas voces se solapan unas con otras, haciendo imposible cualquier tipo de comunicación que no sea a base de gritos.

En este bastión de brutalidad acorazada debo encontrarme con los brujos de Ogrimmar. Relegados a las profundidades del submundo por sus propios congéreres, los demonologistas orcos atesoran desde hace siglos los saberes prohibidos que un día llevaron a toda su raza a la esclavitud a manos de la Legión Ardiente. Debo descender a dichas profundidades para buscar a aquél que podría iluminarme en mi camino con conocimientos que los hechiceros de Entrañas han perdido, sumidos ciegamente en la guerra contra el reino de Gilneas..

Limpiando las montañas (Diario de Morgrimm)

Seguí a la bestia hasta su inmunda guarida. Había oído historias abajo en el valle, pero eran habladurías contadas a la luz del fuego y con un jarro de cerveza en las manos, así que decidí ir a investigar yo mismo qué estaba diezmando los rebaños de Dun Morog. Es lo mínimo que puede hacer un paladín de Forjaz, creo yo.

Supuse que sería algún gran oso hambriento, incluso un trol desesperado, ya que los wendigos no se habrían acercado tanto a la capital, al menos hasta la fecha. Pronto encontré un rastro de destrucción digno de una de estas criaturas. Hacía un frío de mil demonios y la sangre congelada del suelo se quebraba bajo mis botas reforzadas.

Gracias a los Titanes que miré hacia arriba cuando noté que el cielo se estaba nublando, justo a tiempo de ver que era la enorme sombra del yeti más abrumador que me haya encontrado jamás. Nunca había oído hablar de una cosa tan grande y tan peluda. Me fué de un pelo cuando su maza descendió trazando un arco sobre mi cabeza y, al intentar esquivarla, resbalé en el hielo. La pesada arma se incrustó en el muro a mi costado, momento que aproveché para colocarme a su espalda y emprenderla a golpes con la criatura.

Un oponente torpe suele usar la fuerza bruta más que la astucia y sus tácticas acaban siendo previsibles. Tan sólo es cuestión de aguantar sin ser alcanzado hasta que se canse. Así, al cabo de un largo rato de lucha, logré derribar a mi enemigo, el cual se desmoronó como un alud. Ya no volvería a ser un peligro nunca más para nadie.

Una vez que me hube asegurado de que no había más de esas cosas por la montaña, regresé tranquilamente a Forjaz a tomarme una bien merecida cerveza al calor de la lumbre. Bien está lo que bien acaba, digo yo.

Rescate (Diario de Zareba)

Desperté rodeada de verdor. Al principio, no sabía dónde me encontraba y todo me daba vueltas. A mis oídos sólo llegaban los sonidos apagados del bosque, amortiguados por un dolor sordo que atormentaba mis sienes. Intenté levantarme y pedir socorro, pero una nueva oleada de dolor me asaltó y tuve que tumbarme de nuevo. Tan sólo podía mirar hacia arriba, al borde del terraplén por el que había caído. Lo único que recordaba era el mazazo salvaje de un ogro, que partió literalmente mi yelmo en dos. Quizá la caída por el desnivel me salvó la vida.

Después, creo que perdí el conocimiento, porque cuando volví a abrir los ojos, estaba echada sobre los hombros de alguien que me hablaba con voz entrecortada por el esfuerzo del ascenso. Reconocí la voz. Era el comandante Darcius, que me llevaba cojeando de vuelta a la seguridad del campamento en la torre.

Mas tarde me enteraría de que la operación, a pesar de haber sido un éxito, supuso un duro castigo para las Espadas. Superados en número por los ogros de la ciudadela, la unidad había combatido con sus últimas fuerzas contra el enemigo hasta que estos se retiraron. El número de heridos era muy elevado y casi ninguna de las Espadas había quedado intacta, salvó quizá el oficial médico, lo cual era una suerte dadas las circunstancias.

Ahora, a la espera de la apertura del portal que nos teletransportará a Theramore, no puedo más que dar gracias a mis camaradas de armas por tan bravos ejemplos de valentía y perseverancia.

"Las Espadas van siempre por delante, hacia la muerte y la gloria", dice nuestro código, pero hoy creo que la primera de las cosas tendrá que esperar todavía un poco más.

Andando en círculos (Diario de Zareba)

Tan sólo el crujido de la arena bajo nuestras botas rompe el silencio de la selva. Cerca de mí, una mariposa bate perezosamente las alas mientras se acerca a inspeccionarnos, atraída seguramente por el olor de los explosivos que lleva el mago de batalla que va delante.

"Las Espadas marchan siempre por delante..."

Caminamos en silencio, recordando las instrucciones del Comandante Silas en el campamento base. Debemos abrir una brecha en el campamento fortificado de los trols, situado al norte. Una vez derribadas las enormes puertas, un ataque relámpago sobre los guardianes debería ser suficiente distracción para permitir el paso de un grupo de mensajeros de la Alianza por el camino hacia el norte. Los mensajeros portan algún tipo de objeto de gran valor y deben llegar hasta Ventormenta a toda costa. El patrón debe ser alguien importante, porque el encargo llevaba el sello del Rey Wrynn, con el león y las espadas.

"Las Espadas marchan siempre por delante..."

Cumplido el objetivo principal de la misión nos reagruparemos en las colinas cercanas y, si todo sale bien, después de eso quizá nos ganemos el derecho a volver a casa, al menos por un tiempo.

"...hacia la muerte y la gloria"

Ahora que lo pienso...Silas "el Tuerto" y los demás muchachos están muertos. Casi nadie sobrevivió a la misión en Tuercespina. Nos traicionaron y todos están muertos, devorados por los trols de la jungla.

Entonces, ¿qué está ocurriendo? ¿Dónde están Darcius y Lucy? ¡Angeliss! Debo avisar a Angeliss y Shaz antes de que el traidor oculto destruya su precioso futuro...No, eso ya ha ocurrido, pero en Tuercespina y con otra gente...Todo da vueltas y me duele la cabeza. Estoy en Feralas y esto no está ocurriendo, es casi seguro.

"Las Espadas marchan siempre por delante hacia la muerte y la gloria"


Estoy soñando. Debo despertar.

Carga salvaje (La saga de Grumnkko)

El estruendo de las patas del kodo de guerra es atronador. La enorme criatura avanza pesadamente por el bosque, aplastando a aquellos que se interponen en su camino, mientras los muchachos corren detrás enarbolando las hachas y lanzando sus gritos de guerra para asustar a los enemigos.

Muchas bestias de guerra han sido traídas desde Ogrimmar para luchar contra los elfos del bosque y uno sólo de estos monstruos acorazados es capaz de decantar el resultado de una batalla si es manejado por un experto domador o, mejor aún, por un Señor de las Bestias.

Sus bramidos resuenan entre los árboles como advertencia de que la muerte espera a cualquiera que trate de detener su avance. Es la voz primitiva de la Horda, el grito de guerra de Ogrimmar y el terror de nuestros enemigos.

Nuevos objetivos (Diario de Tholaya)

He empezado a colaborar con la Liga de Expedicionarios de Forjaz. Ellos necesitaban eruditos que les ayudasen a encontrar artefactos antiguos en sus excavaciones y yo necesitaba una oportunidad para desarrollar mis habilidades, así que acepté el trabajito.  Esta es una excelente oportunidad para practicar mis habilidades y convertirme en una maga de primera, que es el gran primer objetivo que me he marcado.

Marcha por el bosque (Diario de Zareba)

Tan sólo el crujido de la hojarasca bajo nuestras botas rompe el silencio del bosque. Cerca de mí, una mariposa bate perezosamente las alas mientras se acerca a inspeccionarnos, atraída seguramente por el olor de los explosivos del mago de batalla que va delante.

Caminamos en silencio, recordando las instrucciones de nuestro comandante en la torre élfica. Debemos abrir una brecha en el campamento fortificado de los ogros, situado al norte. Una vez derribadas las enormes puertas, un ataque relámpago sobre los guardianes debería ser suficiente distracción para permitir el paso de las fuerzas de la Alianza desde el Bastión Plumaluna en el Este. Cumplido el objetivo principal de la misión nos reagruparemos en las colinas cercanas y, si todo sale bien, después de eso quizá nos ganemos el derecho a volver a casa, al menos por un tiempo.

Momentos únicos (Diario de Zareba)

Destinados en una de las torres de los elfos en Feralas, esperamos la recepción de órdenes por parte del Mando Aliado. Nuestros anfitriones, normalmente reservados para con los extraños, nos han proporcionado cobijo, luz y calor, lo cual es todo un detalle en estas noches frías.

A la plateada luz de una fuente mágica, las Espadas comparten sus momentos y sus vidas como no lo harían con otras personas. Dharek el elfo escucha en silencio, Lucylda piensa en Lasselanta con ojos soñadores, mientras Angeliss y Shazira comparten la misma manta y se agarran de la mano. El Comandante está fuera, observando el aire nocturno y charlando con los centinelas de la torre, quizá ultimando detalles de la próxima operación, quién sabe...

Son momentos muy especiales para las Espadas, pues esta camaradería, surgida de modo espontáneo en los momentos de sosiego, será lo único que sostenga sus espíritus en las difíciles horas que les esperan, cuando en medio de la batalla sus vidas pendan de un hilo y en sus oídos resuenen los bárbaros cánticos de sus enemigos. Será en esos momentos cuando el valor haga acopio de sus últimas fuerzas y hunda sus raíces en instantes como este para resurgir con bravura y entereza, retomando el primitivo camino de la supervivencia del mas fuerte.

No sé qué me deparará el mañana, pero el hoy es hermoso.

Bloqueo (La saga de Grumnkko)

Vigilar la frontera es un aburrimiento. Diariamente, los elfos del bosque lanzan furtivos ataques contra la empalizada y son rechazados por la guarnición, para luego ser perseguidos por los guerreros de vanguardia hasta donde pueden llegar sin ser blanco de los arqueros. Y así todos los días...

No hay mucho más que hacer aquí. Desde que los montaraces vinimos a este lugar no hemos hecho más que esperar y esperar a que se abra una brecha en el territorio de nuestros enemigos para poder avanzar. La infiltración ha sido imposible hasta ahora, pues nada escapa a los agudos ojos élficos ocultos en la penumbra de sus árboles.

Vaya, empieza otro asalto...

Entregando un mensaje (Diario de Tholaya)

Villa Oscura es un lugar tétrico y triste, un pueblo rodeado de un bosque que nunca se ha podido librar de la sombra de la plaga de los muertos vivientes. La luz del sol, aun de día, no suele ser capaz de filtrarse entre sus brumas y , en los pocos momentos en los que logra hacerlo, revela un paisaje gris y sin alegría. Es como si la misma naturaleza se hubiese marchitado desde sus raíces más profundas.

Sus habitantes son serios y de pocas palabras, siempre atentos a lo que pueda acechar en las cercanas arboledas o en las sombras de la noche. Ni siquiera los gnomos de aquí muestran esa viveza que nos caracteriza. Me imagino que vivir en un lugar como este hace que adoptes una actitud precavida y vigilante, tan cerca como están del Paso de la Muerte.

Mejor entrego este pergamino en el Concejo y me marcho. Este no es lugar para mí.

Misión en Feralas (Diario de Zareba)

Feralas, uno de los bosques más tupidos de Azeroth, es nuestro destino. El sol apenas se filtra por entre los gigantescos troncos de los árboles y la luz adquiere aquí una tonalidad verdosa casi irreal. Es una auténtica jungla, diferente de la Vega de Tuercespina, pero en muchos sentidos muy similar.

En esta jungla no hay trols, pero abundan las tribus de brutales ogros salvajes a lo largo de todo el territorio y las fuerzas de la Horda tienen aquí algunas de sus bases más ocultas. Elfos y Taurens se enfrentan en estos bosques primigenios desde hace generaciones por el control de la región, mientras que los druidas de ambas razas deciden abandonarse a la naturaleza en sus umbrías cañadas.

Es un sitio muy hermoso, pero no termina de gustarme demasiado. Ojos ocultos e inhumanos parecen observarnos desde la floresta, estudiándolos y calibrando el nivel de nuestra amenaza en silencio.