Rescate (Diario de Zareba)

Desperté rodeada de verdor. Al principio, no sabía dónde me encontraba y todo me daba vueltas. A mis oídos sólo llegaban los sonidos apagados del bosque, amortiguados por un dolor sordo que atormentaba mis sienes. Intenté levantarme y pedir socorro, pero una nueva oleada de dolor me asaltó y tuve que tumbarme de nuevo. Tan sólo podía mirar hacia arriba, al borde del terraplén por el que había caído. Lo único que recordaba era el mazazo salvaje de un ogro, que partió literalmente mi yelmo en dos. Quizá la caída por el desnivel me salvó la vida.

Después, creo que perdí el conocimiento, porque cuando volví a abrir los ojos, estaba echada sobre los hombros de alguien que me hablaba con voz entrecortada por el esfuerzo del ascenso. Reconocí la voz. Era el comandante Darcius, que me llevaba cojeando de vuelta a la seguridad del campamento en la torre.

Mas tarde me enteraría de que la operación, a pesar de haber sido un éxito, supuso un duro castigo para las Espadas. Superados en número por los ogros de la ciudadela, la unidad había combatido con sus últimas fuerzas contra el enemigo hasta que estos se retiraron. El número de heridos era muy elevado y casi ninguna de las Espadas había quedado intacta, salvó quizá el oficial médico, lo cual era una suerte dadas las circunstancias.

Ahora, a la espera de la apertura del portal que nos teletransportará a Theramore, no puedo más que dar gracias a mis camaradas de armas por tan bravos ejemplos de valentía y perseverancia.

"Las Espadas van siempre por delante, hacia la muerte y la gloria", dice nuestro código, pero hoy creo que la primera de las cosas tendrá que esperar todavía un poco más.

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