La bruja (La Saga de Grumnkko)

La cabaña de la bruja apestaba a humo y maldad. Aun no sé cómo mi presa, un raptor de grandes dimensiones herido de muerte, pudo llegar hasta allí para morir casi en el umbral. Parecía como si una mano invisible lo hubiese guiado hasta allí. Una mano misteriosa y siniestra. La mano de una bruja.

Su aspecto era el de una mujer orca joven y lozana, capaz de criar innumerables cachorros y hacer que el más bravo de los guerreros partiese a la batalla sin dudarlo ni un segundo. Sin embargo, el olor de la corrupción demoniaca estaba en el aire, impregnando todo el lugar.

- "Acercate, cazador, y ven a mi fuego " - dijo la hechicera - "Tengo algo que mostrarte".

Por un momento, pensé en marcharme de aquel lugar, pero entonces me asaltó una sensación extraña, un olor que no había percibido desde los lejanos y terribles días en los que, perdidos en lo profundo de Vallefresno, fuimos cazados sin piedad por un espantoso demonio. Es un olor que no se olvida fácilmente...

Me dispuse a marcharme o a luchar por mi vida y mi alma si fuera necesario, mas entonces la bruja sonrió, dejando ver unos dientes cónicos y puntiagudos.

- "No tienes nada que temer, cazador. Si hubiera querido comerme tu alma lo habría hecho allá abajo, en la llanura, cuando creiste que estabas cazando a un saurio depredador. Pasa y siéntate, porque tengo algo que decirte. Después, puedes marcharte."

Venciendo mi resistencia, entré en la cabaña. Estuvimos hablando durante horas y, cuando me marché, tenía un claro objetivo en mi mente.

1 comentario:

  1. De nuevo, el destino vuelve a retorcer sus hilos en torno al escurridizo Grumnkko. No podrá dar más esquinazos a su pasado. La huida acaba aquí.

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