Retorno a Entrañas (Diario de Gnaamesh)

La vista de la ciudad muerta de Lordaeron siempre hace que mis viejos huesos se estremezcan como si anhelaran volver a estar vivos una vez más.

Y en cierto modo lo están, pero en forma de esta semivida a la que nos condenó para siempre el odiado Rey Exánime, un regalo inesperado para aquellos que cayeron bajo sus heladas garras y un tormento eterno para los débiles de espíritu que nunca se libraron de su poder.

Poder y tiempo, esa es la clave de nuestro éxito. En esta ciudad tenemos ambas cosas en abundancia, sostenidas ambas por nuestra inquebrantable determinación y la fe en la victoria final..

FIN DEL DIARIO DE GNAAMESH

Fuego elemental (Diario de Tholaya)



Registro sonoro de la gnomograbadora de Tholaya Tuercaprieta, transcrito mediante impresión mecánica sobre papel continuo.

[lectura inicial ilegible por degeneración de la señal]

"...uentro en el enclave Hierro Negro de la Estación del Torio, en la Garganta de Fuego buscando..[corte debido a interferencias]...que es la clave para encontrar mineral de Mithril en este lugar.

[estática, probablemente debido a gases sulfurosos en el receptor]

"El calor aquí es espantosamente alto, con una temperatura que superaría los grados que se pueden registrar en una forja enana de no ser por estar a la intemperie. Literalmente, se podrían freir huevos sobre las piedras de allí abajo"

[interrupción por la carga de papel continuo y tinta en el mecanismo dispensador]

"Los enanos Hierro Negro controlan esta región dominada por el fuego y la densidad superficial de elementales ígneos es alta por lo que puedo discernir desde aquí. Calculo que las posibilidades de sobrevivir a un encuentro con una de las criaturas de mayor tamaño son muy escasas si no me ando con cuidado. Los elementales obtienen su fuerza de las múltiples grietas que parecen comunicar este lugar con el plano elemental del fuego, pero tendría que confirmar mis hipótesis con los ensayos adecuados. En cualquier caso, debo descender más abajo para poder llegar a los yacimientos de veta enriquecida. Corto...[señal perdida y de transcripción dudosa]..y cierro"

[zumbido final del relé retenedor de impulso, que acaba de salir volando con un pequeño estallido]

Como en los viejos tiempos (Diario de Zareba)

Empuñar un espada, es lo que necesito. Volver a saborear la vida desde el lado apropiado del pomo de un arma, sentir el fragor de la batalla y la sensación de estar cumpliendo con el deber, son cosas que me hacen sentir viva, útil y eficaz.

La fragua y la pequeña herrería del distrito enano no llegaron a cubrir toda mi sed de vida.  Martillear incesantemente sobre el yunque bajo el calor de las ascuas, atender y regatear los pedidos de granjeros, labradores y carreteros para, al acabar el día, disfrutar de una jarra de espumosa cerveza enana en El Cerdo Borracho, era todo a lo que se reducía mi rutina.

Cada noche oiría las mismas historias una y otra vez, soportaría a presumidos gañanes que no tendrían ninguna oportunidad en un campo de batalla de verdad y, enventualmente, terminaría huyendo a casa, lejos de tan lamentable espectáculo. Patanes ebrios, mujeres de vida fácil, carteristas y timadores son la esencia de cualquier cantina y parece que esta en concreto atrae a la gran mayoría de ellos, como el gran remolino que dicen que existe en medio del gran océano y que espero ver algún día.

No se hacer otra cosa. Soy soldado.

Por eso cerré la herrería y me puse en camino hacia el Centro de Mando de Ventormenta, para alistarme bajo la enseña de la Corona y bajo el mando de buenos camaradas de armas, fiables y leales. De momento, hay tres reclutas, aparte del teniente Dárcius y el teniente Gílfor, pero pronto llegarán más y volveremos a ser una unidad de combate.

Las espadas serán de nuevo forjadas para servir en la batalla, como en los viejos tiempos.

Curiosidad goblin (Diario de Gnaamesh)

El oleaje lame lentamente los costados del Golondrina, el navío que me lleva de regreso a Entrañas. No ha sido fácil convencer a la tripulación goblin de este miserable cascarón de que me permitiesen ocupar parte de la bodega del barco con mis cosas, pero el dorado brillo del vil metal ha bastado para que consiguiese mi propósito.

Necesito espacio para instalar mi pequeño laboratorio de alquimia a bordo mientras dura la travesia, pues las delicadas hierbas que he recogido en mi viaje a las tierras meridionales no aguantarían un viaje de tantas leguas sin marchitarse y perder, por tanto, sus arcanas propiedades.

Una vez tenga preparadas las hierbas, podré conservarlas casi indefinidamente hasta que les de uso en el momento apropiado. La única molestia es la malsana curiosidad de estas patéticas criaturas, siempre ávidas de riquezas. Constantemente hay uno de ellos cerca, aparentemente dedicado a sus quehaceres pero con los ojos y oídos bien atentos.

Me pregunto que pasaría si mi molesto amiguito acabara cayendo por la borda en un lamentable accidente.

Un alto precio (Diario de Gnaamesh)

Los gritos de los salvajes que pululan por la ciudad trol abandonada resuenan a mis espaldas bajo la luz de las estrellas pero tan sólo servirán para que los pájaros y los monos detengan por un instante su parloteo incesante y se retiren, acobardados, a sus malolientes madrigueras.

El demonio abisario que me ha acompañado en esta expedición hará bien su trabajo, aniquilando a todos los que se le opongan y permitiéndome escapar de las ruinas del templo sin ser molestado. Contemplo durante unos instantes estas piedras, reliquias de otros tiempos, mientras acaricio la bolsa que contiene musgo arrancado de los muros de este abandonado lugar. Su propia esencia mágica atraviesa la bolsa de terciopelo donde lo he guardado y aporta algo de calidez a mis frías manos. Es una mercancia muy valiosa, tan valiosa como para que los fieros trols de las ruinas paguen el precio que están pagando.

 Los rugidos han cesado dentro, seguramente porque el abisario ha caído ante sus enemigos. Tardaré bastante en volver a invocarlo desde su plano después de esto. Mientras tanto, será mejor que me aleje de este lugar.

Éxito rotundo (Diario de Tholaya)

El descenso a las ruinas de Gnomeregan fue todo un éxito y no me avergüenzo de enorgullecermo por ello.
Retorné a la superficie por el mismo camino que había llevado en el descenso. En dos ocasiones tuve desagradables encuentros con los Troggs que pululan en los oscuros túneles, más puede desembarazarme de ellos gracias a mi ingenio y mis notas, en las cuales había ido anotando los posibles caminos alternativos para el ascenso en caso de encontrar problemas. Así pude alcanzar sin mayores dificultades los niveles superiores a través de un estrecho conducto de ventilación y llegar hasta el puesto avanzado de nuestro ejército.

 Después, me presenté ante mis maestros y les mostré la pieza que me habían enviado a buscar, así como el puñado de tornillos de la zona cero de la ciudad que había conseguido. Como era de esperar, quedaron muy impresionados y recibí muchas alabanzas, así como el título oficial para ejercer la ingeniería y mi nuevo apellido, cosas ambas que ahora podré lucir con orgullo delante de todos los demás miembros de nuestra sociedad. Y por supuesto, también podré dedicarme a mis abandonados estudios arcanos, bajo un nuevo enfoque, libre ya del estigma de la renuncia a la ingeniería que tuve en el pasado. Combinar magia y tecnología es una nueva puerta que se abre ante mí.

Ha sido un paso muy grande para esta pequeña gnoma, que de ahora en adelante se dedicará a la Tecnomancia bajo el nombre de Tholaya Tuercaprieta.

Tiempos extraños (Diario de Zareba)

La multitud se agolpaba alrededor de la mujer que hablaba con aire altivo en contra de la Corona. Para mi sorpresa, era una hembra draenei la que incitaba a la plebe a rebelarse contra el Rey, criticando abiertamente el gobierno de Waryan Wrynn en plena calle. Nunca hubiera imaginado que los draenei, a los cuales tenía por una raza noble y luminosa, se involucrasen en la política de los reinos humanos con tanto arraigo, mas los tiempos están cambiando últimamente y cada vez son más los hijos de draenor que han adoptados los usos y costumbres humanos en vez de retornar a su lejano hogar.

La rebelde permanecía tranquila, escoltada por un imponente elemental de roca, mientras seguía incitando a la sedición con proclamas incendiarias. Sin embargo, pronto tuvo que huir de allí a toda prisa pues una patrulla de la guardia, venida del cercano Centro de Mando, apareció al poco tiempo atraída por el escándalo y con la intención de capturarla y llevarla ante las autoridades. La sediciosa draenei lo debía tener todo previsto, pues logró escabullirse con ligereza por un callejón, mientras su pétrea escolta entretenía a los guardias.

Es curioso cómo se están poniendo las cosas en Ventormenta. Se acercan tiempos extraños, desde luego, cuando la población no es capaz de agradecer todo lo que se hace por mantener la paz dentro y fuera de las fronteras. Teniendo en cuenta que vivimos bajo la constante amenaza de la Horda de Garrosh el Orco, es una locura rebelarse contra aquellos cuya misión es la de proteger al reino.

Ya nadie se acuerda de la llegada del dragón a la ciudad y lo que ello supuso.

Temores en la oscuridad (Diario de Tholaya)

He descendido hasta las galerías más profundas, muy por debajo de las ruinas de nuestra querida ciudad. La oscuridad me envuelve por completo como un  negro y frío sudario, aunque para mí lo peor es el silencio reinante. Es un silencio ominoso y cruel, en el cual me siento pequeña y desvalida, abandonada a mis propios miedos.

El enervante silencio tan sólo es roto por el incesante goteo del agua que se cuela a través de fisuras en la roca y forma charcos en los puntos más bajos del terreno. Ni siquiera los Throggs u otras alimañas descienden tan abajo, así que, en principio,  supongo que debería sentirme tranquila.

Aun así, también hay quien cuenta historias acerca de antiquísimas criaturas que se arrastran por las entrañas del mundo desde su creación y que no han visto jamás la luz, seres tan antiguos como el mismo tejido del tiempo, cuya paz podría haber sido perturbada por indeseables visitantes de la superficie como yo.

(un momento, ¿qué ha sido ese ruido?)

No debo temer. No, si he llegado hasta aquí. Es hora de emprender el camino de vuelta. En mi poder tengo un trozo de mamparo abollado y carcomido por la humedad  y un puñado de remaches de las cámaras inferiores. Entregaré el fragmento a mis tutores para obtener con ello el reconocimiento delante de la sociedad y poder tener derecho a lucir mi apellido en público, pero los remaches me los guardaré. Serán para mí un tesoro de incalculable valor, un recuerdo del lugar al que pertenece nuestro pueblo y al que retornaremos algún día no muy lejano.